En 1987 firmó su primera colección en solitario. Después llegó el desfile en el Teatro Colony de Miami y el Prix Air France du la Mode. Con él se hizo hueco en el mundo de la moda. Después llegó Gaudí -muchos Gaudís- y Cibeles -muchas Cibeles-, premios, reconocimientos, imagen internacional. Para Hannibal Laguna estos 30 años han merecido la pena, «porque trabajamos todos los días en lo que nos gusta y es una satisfacción». Pero a veces, hay que parar «para celebrar».

Y eso es lo que hizo el diseñador alicantino, cuando se le rindió homenaje en el Hotel Santo Mauro de Madrid para celebrar sus tres décadas en el mundo de las pasarelas. Un centenar de invitados, «y porque no caben más», acudieron a celebrar este treinta aniversario con quien les ha vestido para los grandes eventos a lo largo de su vida.

Por eso allí estaban Paz Vega, en representación del mundo del cine; Isabel Gemio y Pedro Piqueras, del periodismo; Juncal Rivero, de la moda; Vanessa Romero, como vínculo alicantino; Marta Sánchez, de la música; Cecilia Gómez, del flamenco, y otros muchos amigos y clientes de Laguna, como Ana Obregón, Carlos García Calvo, Paloma Barrientos, Jesús Mariñas o Carmen Lomana. Con la curiosidad de que todas las invitadas vestirán un traje del alicantino.

«Estoy muy contento y feliz, aunque no sé lo que van a hacer exactamente», afirmaba el modisto de origen venezolano, que si echa la vista atrás se siente orgulloso de que muchas de sus creaciones de entonces «sigan siendo muy actuales», sobre todo la primera. «Es curioso porque en esa colección hice lo que a mí me gustaba, luego te das cuenta de que no son vendibles o que no llegas al público que quieres y vas cambiando algunas cosas, aunque sigues fiel a ti mismo».

Recuerda como en los 90 «tuve que hacer guiños a ese momento y veo cosas que pienso que ahora no haría, pero era una época muy tendenciosa y para mí fue complicado porque yo andaba a contracorriente». Laguna asegura que «yo tenía una estética que era la de defender a la mujer con curvas, sensual, con la cintura marcada y los hombros al aire, y eso estaba fuera de circuito porque en esa década no estaba bien vista la mujer que se vestía muy femenina».

Pero eso pasó y, asegura, «el tiempo me dio la razón». Ahora, «vivimos una libertad estética estupenda». Que se lo pregunten al centenar de invitados que le acompañaron.