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Veinte años con el pincel

Ana Ayén celebra dos décadas de pintura con una muestra de 64 obras

La pintora Ana Ayén, con algunas de sus obras dedicadas a la ciudad de Alicante. rafa arjones

«Siempre he pintado lo que he querido», asegura la artista Ana Ayén, nacida en Barcelona pero afincada en Alicante desde hace treinta años, que mañana inaugura en el Club INFORMACIÓN una exposición con más de sesenta obras para celebrar dos décadas dedicadas a la pintura.

Mi historia... en la pintura, como ha titulado la muestra, reúne algunas de las obras que mejor reflejan su trayectoria desde que en su cumpleaños de 1997 recibiera como regalo un caballete, un lienzo y una caja de pinturas.

«Siempre me ha gustado el dibujo y desde ese día no he dejado de pintar. Me encanta, disfruto mucho, pinto casi todos los días, pero necesito tener al menos tres horas para mí, no entretenerme haciendo otras cosas», apunta esta artista autodidacta.

Atraída por el arte figurativo realista, sus obras tienden en los últimos años al hiperrealismo, como refleja la muestra, en la que cuelga su primera obra, un pequeño paisaje de playa con árboles, hasta la más reciente, la de mayores dimensiones, un tríptico de la localidad de Verdejo.

El paisaje predomina en la pintura de Ana Ayén, que realmente pinta lo que le apetece y le gusta. «Me preguntan por qué no pinto más a personas pero no sé por qué. Empecé con paisajes y animales y lo último fueron las personas -de hecho, los escasos retratos se los han cedido para la muestra-. Intento pintar la belleza, que está en cualquier rincón, me mueven las cosas bonitas».

De este modo, la muestra se distribuye por temáticas, como la dedicada al paisaje urbano alicantino - «para dar las gracias a la ciudad por haberme abierto sus brazos»- , al flamenco, a los animales -«muchos me conocen por mis cuadros de caballos»-, a la tauromaquia o a la naturaleza, viva o muerta. En todos los óleos, Ayén trabaja hasta el último detalle, «me puedo tirar tres horas hasta acabar una parte pequeña del cuadro; son pinturas », y suele tardar alrededor de un mes hasta dar por finalizada una obra.

Veinte años después de coger su primer pincel, la abstracción sigue sin interesarle: «Lo probé, tengo una pintura en casa, pero no me siento yo», afirma.

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