Días después de recibir el Óscar especial por Carne y arena, el mexicano Alejandro González Iñárritu reflexionó sobre las reacciones que han provocado la obra desde su presentación en Cannes y aseguró que «el cine no consigue el impacto emocional de la realidad virtual».

«Me ha sorprendido la unanimidad de su impacto emocional. Ninguna película podría haber provocado una respuesta así», afirmó el cineasta de Ciudad de México.

«Una película la observas, la ves... pero esto lo experimentas. El impacto que deja en la gente trasciende la experiencia bidimensional o pasiva del cine. Eso tiene que ver más con la verdad que encierra la pieza que con otras virtudes. Hay una verdad innegable, y es la realidad de esas personas», declaró.

El cineasta se refería al drama los inmigrantes que refleja su obra, basada en experiencias reales y la cual permite al espectador adentrarse en el desierto de Sonora y acompañar a un grupo de personas, lideradas por un «coyote», un traficante de humanos, que tratan de entrar ilegalmente en Estados Unidos.

«No estamos acostumbrados a que la realidad nos emocione y nos afecte. Las ideologías nos han secuestrado los cerebros, nos inducen a interpretar las cosas y no verlas como son. Ya nadie está presente en la realidad. No estamos sensibilizados», apuntó el realizador de 54 años.

Iñárritu fue muy crítico con las ideologías en su discurso de agradecimiento al recoger el Óscar. «Si la gente y los políticos pudieran ver la realidad de estas personas, verían que su situación no tiene nada que ver con ser de derechas o de izquierdas. No nos ponemos en la piel del otro. No escuchamos ni entendemos a estas personas. Falta humanidad, misericordia y empatía», afirmó.

Para poner en contexto la valía del galardón a Carne y arena, la obra creada por Iñárritu y su socio, el director de fotografía Emmanuel «El chivo» Lubezki, hay que recordar que la Academia de Hollywood ha entregado el Óscar especial únicamente en 17 ocasiones desde 1972, habiendo reconocido en el pasado avances tecnológicos en materia de efectos visuales, de sonido y de animación. La última vez se extendió en 1996 a John Lasseter, por la creación de Toy Story.