Hasta 6.000 mujeres llegaron a trabajar en la Fábrica de Tabacos de Alicante. Hacían algunas de las marcas más conocidas de cigarrillos y puros. De eso hace ya varias décadas, pero algunas de ellas aún recuerdan esos tiempos en los que eran una gran familia. Historia, con mayúsculas, e historias personajes, humanas, que ahora han compartido para convertirse en inspiración teatral.

Memoria de las cigarreras de Alicante es el título del laboratorio de dramaturgia con el que el Instituto Juan Gil-Albert ha querido contribuir a la creación teatral dentro de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos. Comenzó en el mes de mayo y ayer en la Casa Bardín se vieron parte de sus frutos con la lectura dramatizada de once textos surgidos de este taller, coordinado por Guillermo Heras, director de la Muestra, y el dramaturgo Juan Luis Mira.

La selección de esta primera experiencia dejó dentro a doce autores que durante tres días al mes han trabajado alrededor de la historia de estas mujeres que forman parte del pasado y todavía del presente de una importante parte de la historia laboral y social de la ciudad. Ellas, a través de la documentación a la que han tenido acceso los autores y también de sus propios testimonios, han sido el tema central alrededor del que han surgido las diferentes historias. «Ha sido una de las experiencias más interesantes que he vivido porque ha supuesto juntar a mucha gente y remover la memoria de una historia que tiene más de 200 años», asegura Mira, y resalta que «nos hemos enterado de muchas cosas que no sabíamos, eso remueve la creatividad y a partir de ahí cada uno ha escrito lo que ha querido».

Por eso, el resultado ha sido un abanico de ideas y propuestas muy diferentes. «Han trabajado con absoluta libertad y cada uno, a partir del mismo material, ha dejado fluir su imaginación y su estilo, por lo que hay historias muy distintas que tocan un poco de todo».

El dramaturgo y guionista Rodolf Sirera y la historiadora Caridad Valdés han participado como profesores también en este taller y han quedado igualmente sorprendidos. Hasta el punto de que Sirera «ve un interesante material para una serie de televisión», destaca Mira.

«Nuestra aportación -apunta- es un himno que hemos compuesto para las cigarreras a partir de un texto de 1910 y ahí quedará para recordar a estas mujeres».

Antonio Cremades es uno de los autores participantes en este laboratorio, una experiencia de la que se queda con lo compartido con otros colegas. «Escribir es una actividad solitaria y poder hacerlo junto a otros compañeros siempre es un aliciente». Para él, el mundo de las cigarreras ha sido todo un descubrimiento. «Cuando empezamos a trabajar el tema aparecen personas, historias y una actividad muy humana».

Para el director del Instituto Gil-Albert, José Ferrándiz Lozano, organizar este laboratorio «responde a la línea que tenemos no solo de apoyar la cultura en cuanto a la exhibición sino aportar ayuda a la creación».

Y esto no será algo puntual. «Ya tenemos diferentes propuestas para colaborar con la Muestra el próximo año porque queremos mantener esta parte para fomentar que los autores contemporáneos tengan un motivo para crear nuevos textos. Es una línea que hay que salvaguardar para el futuro».