David Guetta cumple hoy 50 años como el pinchadiscos que más ha contribuido a popularizar la música electrónica, un arduo camino que comenzó en los clubes parisinos durante los 90, cuando la música house era desconocida en Francia. Nacido en París de un padre marroquí de origen judío y una madre belga, el principal embajador de la música electrónica fue antes de todo un pionero en la introducción de la música electrónica en su país.

Guetta dio sus primeros pasos a los 17 años, en Le Broad, un local referencia de la movida parisina de los 80 destinado principalmente a un público homosexual. Empezó pinchando canciones del universo del pop y rock hasta que en 1987 escuchó a Farley «Jackmaster» Funk, considerado por muchos un padre del house. A partir de entonces, el joven de pelo largo y rubio y sonrisa perenne -confeso admirador del Thriller de Michael Jackson- se decidió a mezclar la cadenciosa música negra estadounidense con sonidos y ritmos electrónicos a través de un sintetizador. También fue pionero en su país en introducir una nueva concepción del pinchadiscos gracias a sus viajes a Londres. «Allí (Londres) el DJ estaba en un podio y todo el mundo le miraba. En París, la gente no me hacía ningún caso. Bailaban, coqueteaban, hablaban», evocó Guetta a Le Parisien. El éxito en Le Broad le motivó a explotar con su socio Kien clubes de París como el Rex, uno de los de más solera en la ciudad. Después gestionaron el Folies Pigalle, un lugar de prostitución de alto lujo convertido en una codiciada pista de danza.

En 1994, cuando se casó con su primera mujer, Cathy Guetta, dio otro empujón más a su carrera, al asumir la dirección artística de la mítica sala de conciertos parisina Bataclán. A mediados de los 90, inició sus sesiones en Berlín e Ibiza, paradas indispensables para los amantes del techno.

A partir de los 2000 y gracias al éxito del recopilatorio Fuck Me I'm Famous, el DJ explotó internacionalmente y comenzó a actuar en Miami, Sao Paulo, Amsterdam, Shangai y Beirut, entre otras ciudades. El pinchadiscos, para quien la clave de su popularidad está en «mezclar la fuerza del sonido electrónico con la emoción de la melodía pop cantada», sacó su primer álbum en 2002, Just a Little More Love, al que siguieron otros cinco, el último Listen, en 2014. «Es increíble ver en lo que la cultura DJ se ha convertido. Cuando comencé, no era nada», evocó el artista, quien cobra unos 250.000 euros por sesión, ha vendido más 10 millones de discos y cuenta con al menos 53 millones de seguidores en las redes . Y asegura no haber caído a las tentaciones: «Soy como un monje Jedi. No tomo alcohol, ni fumo, ni me drogo. Hago deporte y sigo un régimen·, dice, aunque duerme mal.