Nieta de José Bergamín y biznieta de Carlos Arniches, Beatriz Bergamín se considera una «mezcla imposible» de ambos. Mañana se sube por primera vez al escenario del teatro que lleva el nombre de su bisabuelo y la idea le emociona. Presenta su obra No hay papel en la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos.

¿Le ilusiona llevar su obra al teatro que lleva el nombre de su bisabuelo, Carlos Arniches?

Sí, claro. Nunca he trabajado en ese teatro y es la primera vez que voy a la Muestra con un texto mío. Subirme al escenario del Teatro Arniches poniendo en boca un texto mío me parece quitarme el sombrero ante mi bisabuelo y me hace muchísima ilusión. Seguro que se reiría con algunos toques especiales de humor.

Arniches y Bergamín. ¿Su influencia era inevitable?

Creo que ha habido y sigue habiendo influencia de los dos, no ya por la decisión que tomé de dedicarme a la escritura, el teatro y la palabra, sino que he sentido la influencia de sus dos pensamientos, sus formas peculiares de enfrentarse a la vida y la ironía que ambos tenían.

¿Qué faceta atribuye a cada uno en usted?

El lado más poético es de Bergamín y el lado más terrenal, esa empatía con la gente, es de Arniches, con ese sentido maravilloso del humor que tenía. Y esa mezcla casi imposible es la que creo que tengo yo.

A su bisabuelo no lo conoció, pero ¿qué imagen tenía de él?

Le conocí de manera intelectual porque desde que era pequeñita estaba en casa, por los libros o las representaciones de sus obras que se hacían, y eso se queda impreso. Luego hice su obra Es mi hombre durante un año en La Latina, Saza y yo, hacíamos de padre e hija, y ese año me imbuí de un personaje de Arniches y nos abrazamos.

¿Con No hay papel

Como texto dramático, sí. Se estrenó en 2014 con compañía propia, Desafora2, formada por la actriz Ángeles Martín, Jaime Aroca y yo misma. La obra es una comedia ácida que surgió porque había que «salvarse» de la vida misma. 2014 fue un año complicado para ambas, había poco trabajo y decidimos coger el toro por los cuernos. Dijimos: «Vamos a hacer lo que queremos sin esperar a que suene el teléfono». Y No hay papel es una comedia con mucha poesía, reivindicación y verdad. Hay un desnudo emocional yÁngeles y yo nos desdoblamos como Clara y Julia y como Ángeles y Beatriz. No es una obra intimista pero sí muy personal.

Si ser actriz es difícil hoy, ¿ser autora lo es más?

El camino en sí, todo, tiene que ser obligatoriamente vocacional y apasionado en la entrega para que la dificultad y el dolor no superen la dureza que tiene. El de las artes escénicas es un camino vocacional y de pasión. Si no, no hay manera y te destroza. Pero también es muy importante enfrentarse a ese camino con alegría.

¿Está más volcada ahora en escribir que en actuar?

Sí, No hay papel me ha dado mucha fuerza, se ha abierto una ventana y tengo la necesidad de ver el bosque a través de esa ventana. He escrito también El presente es un animal y El corazón de astronauta, seleccionada para el Laboratorio de Escritura Teatral de la Fundación SGAE. Lo difícil será llevarlas a escena, pero se ha afianzado mi amor a la palabra. La palabra es política, emoción y comunicación y es importante para tocarnos, sobre todo, desde lo íntimo y lo que nos une.

¿Es un milagro que la Muestra de Autores Contemporáneos cumpla este año 25 ediciones?

Es absolutamente elogiable el esfuerzo de Guillermo Heras para sacarla adelante. Siempre he seguido la Muestra y se ha convertido en un barco muy importante para la dramaturgia española. Hay muy pocas oportunidades para llevar obras a los escenarios

¿Cuáles son sus próximos proyectos: televisión, teatro, poesía?

Tengo todos los campos abiertos porque es difícil salir adelante pero realmente estoy muy volcada ahora en la dramaturgia. Creo que he encontrado mi lugar en el mundo y no podría dejarlo. Le pasa a muchos dramaturgos, que escribimos para interpretar los papeles que queremos,con tu voz y tu carne en el escenario.