¿Cómo era su vida antes de publicar Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End

El The End me pilló muy por sorpresa. Le debo mucho a ese libro porque generó muchos cambios en mi vida, no solo por cómo me relacionaba yo con mi entorno, sino también conmigo misma. Por un lado fue un altavoz, y fue muy positivo tenerlo, pero por otro lado fue un bofetón, porque es complicado ver cómo la idea que tenías de éxito es una cuando no sabes lo que es, y otra cuando sucede algo parecido al éxito. Me afectó mucho que el libro funcionara tan bien y que a mí me diera la sensacion de que no se estaba entendiendo. Era como si funcionara porque el envoltorio era bonito, pero nunca se hablaba del contenido, todo se centraba en la forma. A partir de ahí me empiezan a invitar a festivales y mesas redondas y me doy cuenta de que algo como la igualdad de género no existe. Cuando era la única mujer no se me trataba igual, y cuando estaba con mujeres eramos solo mujeres, en femenino, como que lo que hacemos siempre se tiene que especificar que está hecho por mujeres, cuando en el caso de los hombres nunca se especifica. El hecho de ver que el género nos marcaba de una manera tan evidente hizo que todo se me tambaleara. Fue un bofetón para despertar y ver que podía utilizar mi trabajo como medio para comunicar ideas No iba a repetir el patrón de The End y a permitir que el envoltorio se comiera el contenido en mi obra.

¿Y lo ha logrado?

Sí. Con The End cualquier imagen funciona sola, se puede sacar de un contexto sin perder significado. Mi objetivo con 813, el libro homenaje a Truffaut, fue que ningún dibujo se pudiera descontextualizar, que la obra se explicara con todos los dibujos y con el texto. Noté un paso, pequeñito, y vi que se hablaba de la obra de un director de cine desde la admiración, tenía una parte didáctica, emocional, que el contenido luchaba por salir. Y con La Sed el cambio ha sido mucho más evidente.

Incluso en el dibujo...

Sí, porque también necesitaba volver al lugar del que vengo, de la pintura al óleo y del grabado, que exigen un tempo pausado para ejecutarlas y consumirlas. Necesitaba huir de la inmediatez a la que estamos sometidos, esta necesidad que tenemos de compartir intensamente y de consumir imagenes.

¿Diversifica mucho su obra?

Sí, porque entiendo la pintura, el grabado, el mural o el texto como una herramienta de comunicación. Por eso me interesa tanto el formato libro, porque es un lugar en el que puedo desarrollar un proyecto con imágenes y texto y conseguir un objetivo.

Su trabajo se relaciona mucho con otras disciplinas como la música, el cine o la poesía. ¿Los géneros se funden cada vez más?

Todos los géneros beben de todos los géneros. Cuando imparto talleres hay alumnos que vienen con dos referentes muy marcados y no salen de ellos, e intento que se desencorseten, se relajen y beban de otras disciplinas, porque si eres muy admirador de un pintor acabarás siendo un sucedáneo de ese pintor. Cuantos más referentes tengas y pertenezcan a más ambitos diferentes, mejor.

¿Las redes sociales le ayudaron a difundir su obra al inicio?

Absolutamente.

¿Ahora son una pesadilla?

No. A veces es difícil tener una relación absolutamente tranquila, transparente y cómoda con ellas. Siempre las he usado como escaparate profesional para eliminar intermediarios y he intentado ser lo más profesional posible. Ahora sé que no tiene que filtrarse nada de mi vida personal en ellas.

¿Algún consejo para alguien que empieza?

Ser fiel a sí mismo y trabajar mucho. Trabajar y no rendirse.