Continuidad de los parques, de Cortázar, fue «el fogonazo» y una idea «devoradora» se apoderó de ella como «una alimaña», por eso Cristina López Barrio, flamante finalista del Premio Planeta, no puede estar «más feliz» de haber acabado su «metanovela» Niebla en Tánger con tan buen resultado.

La madrileña (1970) es abogada, especialista en Propiedad Intelectual, pero desde 2010, año de su debut con La casa de los amores imposibles, su vida es la literatura.

Con la novela ganadora ha hecho un ejercicio de metaliteratura y «la alimaña» que acecha en la idea de que un personaje encuentre la explicación de lo que le ocurre en una novela la devoró «como un fuego» durante el proceso de creación, cerca de un año.

Nunca se había presentado al Premio Planeta y no escribió esta novela pensando en ese galardón, dotado con 150.250 euros.

Su libro comienza con una mujer, Flora Gascón, que amanece junto a un hombre del que solo le quedará un «dato», un libro que éste se deja en la habitación. En la novela que encuentra Gascón se relata la historia de Paul Dingel, desaparecido en diciembre de 1941 en el puerto de Tánger.

«La novela es un viaje de la protagonista, Flora, en busca de la autora del libro que ha encontrado, que se titula Niebla en Tánger, y del misterio de su amante de una noche, como antídoto a una vida monótona junto a un marido con el que solo hay fronteras».

Es, precisa, una novela circular, en la que se cierra una búsqueda dentro de otra novela y a la vez un viaje al fondo de ella misma. Es un viaje pero también «un misterio detectivesco», narrado en unas 250 páginas.