No son malos tiempos para la lírica. Más bien al contrario. Al menos para la editorial Planeta. Este año se ha batido récord de novelas presentadas al premio que se falla esta noche, con un total de 634; del último título ganador de este galardón se han alcanzado ya las 17 ediciones; de las obras ganadoras de este premio a lo largo de su historia son ya 42,5 millones de ejemplares vendidos y en 2016 facturó 3.220 millones de euros.

Pero el «procés» se metió por medio y una cosa es la literatura y otra la empresa. Por eso el grupo Planeta, horas después de la comparecencia de Puigdemont el pasado lunes, anunciaba que trasladaba su domicilio social a Madrid. Y eso fue, inevitablemente, el tema que sobrevoló la rueda de prensa celebrada ayer en Barcelona para presentar las diez obras finalistas al galardón.

Una decisión «dolorosa» porque «nos sentimos parte de Barcelona, de Cataluña, de España y de Europa», según apuntó el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, pero tomada desde la perspectiva empresarial. «Mi obligación es preservar los intereses de nuestros accionistas, de nuestros colaboradores, de nuestros trabajadores, proveedores, autores y el proyecto empresarial, y eso no tiene nada que ver con la política ni con los sentimientos. Son decisiones empresariales y en el mundo del libro más».

La intención del grupo es seguir celebrando en Barcelona el Premio Planeta de Novela, «en este momento», porque «nos sentimos muy orgullosos de estar en Barcelona». En este futuro cambiante, señala, no se puede confirmar más. «Planeta nació en el año 49 en Barcelona y desde ese momento hemos conseguido ser el séptimo grupo editorial del mundo con la participación de muchas personas y somos líderes en la publicación de lengua española, primeros en catalán y segundos en lengua francesa».

Pero, «los proyectos empresariales requieren reglas del juego claras para poder desarrollarse» y tras las declaraciones de Puigdemont «la incertidumbre fue mayor». En su opinión, el presidente de la Generalitat de Catalunya «declaró la independencia y la suspendió acto seguido, y eso nosotros consideramos que nos colocaba en una situación de inseguridad jurídica respecto a lo que podría venir a posteriori».

Respecto a la pregunta sobre la posibilidad de regresar a Barcelona si la cosa cambia: «Nuestra decisión es definitiva, podríamos contemplar otro cambio de circunstancias, pero hoy la decisión es definitiva».

También aludió a las declaraciones de Raúl Romeva asegurando que Planeta desplazaba su domicilio social por la intervención policial. «Pues no, la decisión ha sido por la preservación de los accionistas y los autores». Y agregó: «No contemplo ningún escenario extremista porque apelo al diálogo con los políticos y a actuar desde la democracia y la ley».

En este punto, aprovechó para realizar «una reflexión». «Vivimos en una sociedad democrática madura y con una democracia fuerte, y yo creo que tiene que ser la base para resolver este conflicto desde el diálogo, que es una de las bases de la democracia».

«Hoy creo que hay un acuerdo sobre la posible creación de una comisión que pueda revisar la Constitución y desde ese acuerdo y esa revisión apelo al diálogo y a los políticos a que intenten desde ese marco encontrar la solución del conflicto», añadió.

También se habló del Premio Planeta, que hoy tendrá un nuevo ganador de los 601.000 euros, empezando por los nombres que ocuparán la mesa presidencial de la gala. «En este momento, la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, los consellers Santi Vila y Lluís Puig», y puede que algún ministro. «Pero esto es así en este momento, puede cambiar». indicó.

De literatura habló el escritor Juan Eslava Galán, presidente del jurado del Premio Planeta, que fue desgranando las diez novelas finalistas. Mucha intriga y también novela histórica las que predominan este año, como suele ser habitual en las últimas ediciones del galardón con mayor dotación económica en España.

«En el conjunto de novelas presentadas -destacó Emili Rosales, también miembro del jurado- domina la novela histórica y la novela social contemporánea, aunque estén todos los matices de los géneros representados». No obstante, «el proceso catalán todavía no ha llegado a las páginas literarias».