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«Mi carrera nace de una total falta de ambición»

La gran afición de El Gran Wyoming es el rock con su grupo Los Insolventes, aunque también ejerce con pasión el periodismo desde su programa El Intermedio

Es presentador en El Intermedio , cuenta con varios libros publicados y también es músico con Los Insolventes y, sin embargo, tiene una cierta imagen de bohemio truhán y un poco vaguete, pero la realidad parece otra, trabaja un montón...

A ver, un empleo es otra cosa. Es cuando uno dice, «oye necesito a alguien que me corte el césped», y otro dice «pues lo hago yo, que necesito dinero para comer». Pero eso no tiene mucho que ver con mi proyecto de vida. A ver si me explico bien, ¡es que me haces unas preguntas que no me sé!

¡Ah!, pues eso está muy bien

A ver, voy probando la respuesta: Lo que yo hago no tiene mucho que ver con un trabajo en el sentido de un proyecto que sirve exclusivamente para darte de comer, no, eso es otra cosa. Aunque hago un trabajo profesional, porque cobro por él, no es un empleo.

¿Es usted un privilegiado o alguien que se lo ha currado mucho?

Todo parte de una falta total de ambición. Estuve ocho años en un bar tocando con el Maestro Reverendo. Durante cuatro años sin salir del bar y otros cuatro alternándolo con otro local. Pero no fue duro. Eso es duro si la ambición te corroe y piensas, ¡joder!, llevo ocho años sin salir de este puto bar. Eso se puede convertir en una tortura, pero yo era muy feliz allí. Estaba muy contento de ser el artista de la casa, en verdad el único artista de la casa. Estoy seguro de que mucha gente hubiera vivido eso como un castigo. Yo no, yo lo recuerdo como una época muy feliz, sin dinero, pero muy feliz. Eso me permitió desarrollar un espacio en el escenario que, cuando me tocó presentar un programa, hizo que no estuviera nervioso. Como si un señor se pasa 400 años friendo huevos y un día lo contratan para eso.

Se curtió de sobra en ese bar para todo lo que ha venido después...

Claro. A eso se juntaba otra cuestión. Antes de la Transición estaba prohibido hablar en los escenarios. Terminantemente. En todas las representaciones de las obras de teatro siempre había que dejar una butaca o dos libres por si venía un policía y quería revisar el texto... por si alguien estaba metiendo «morcillas». Si era así, te ponían un multa. Lo que quiero decir es que la gente no había escuchado nunca a nadie hablar libremente en un escenario. Y es algo que yo hacía, con lo que me convertí en un objeto exótico. No existían los monólogos o el club de la comedia. Cuando yo lo hacía era muy sencillo, porque ni siquiera tenía que ser especialmente gracioso. El hecho de ver a alguien hablando ya era sorprendente y exótico.

¿Cómo se lleva El Gran Wyoming

Por mi circunstancia personal de famoso he optado por no participar en ningún tipo de red social. Ni Twitter ni Instagram ni Facebook... nada, absolutamente nada, ni ganas. Me pasa igual en la vida real: si estoy con mis amigos en un bar hablando no concibo que lleguen tres personas que no conozco y me digan «yo no estoy de acuerdo con lo que dices». No tengo ningún interés en debatir con toda España de todo. Llega uno a unas edades que ya no quiere perder el tiempo con lo obvio. Para mí las redes son una especie de centro donde los alumnos se enseñan entre sí? y yo siempre he preferido elegir a mis maestros.

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