La actriz Alicia Vikander, ganadora de un Óscar como actriz de reparto y heredera de Angelina Jolie en el papel de Lara Croft, inauguró ayer la 65 edición del Festival de Cine de San Sebastián de la mano de Wim Wenders con Inmersión, una historia ·romántica· e ·intelectual· con el terrorismo de fondo.

Vikander, nacida en Suecia hace 28 años, se pone en la piel de una biomatemática que explora la vida en el mundo submarino más remoto, un papel que preparó a conciencia embarcando en misiones con científicas de verdad, según contó acompañada por el director de París, Texas.

«El mayor reto de la película era entrar en la cabeza de una científica. Esos días en el barco, las oía hablar con una enorme naturalidad de cosas de las que yo solo entendía un 5 %», confesó la actriz, a pesar de que las matemáticas, según ha desvelado, eran una de sus asignaturas favoritas en el colegio.

La película, una coproducción germanofrancoespañola basada en una novela de J.M. Ledgard, arranca con el encuentro en un hotel entre James ( James McAvoy), agente secreto británico a punto de embarcarse en una peligrosa misión a Somalia, y Danielle (Vikander), que se prepara para una importante inmersión en Groenlandia. Vikander aseguró que la potente historia, una trama «romántica salpicada de cosas oscuras», el principal motivo para implicarse en la película fue su director. «Mi madre era actriz y gracias a ella tuve la suerte de adentrarme en el mundo del cine muy joven», relató. «Ella me hizo ver París, Texas y El cielo sobre Berlín, cuando tenía diez años: soy una gran admiradora de Wenders».

La pasión por la danza era otro elemento en común con el director alemán, que en 2011 estrenó un documental sobre Pina Bausch. Wenders destacó que lo más le atrajo del libro de Ledgard, que durante años fue corresponsal especializado en terrorismo en África, fue la seriedad con que abordaba el tema del yihadismo.

Aunque gran parte de los escenarios africanos se rodaron en Castilla-La Mancha, lo más cerca de Somalia que llegaron a filmar fue Yibuti, en el Cuerno de África.

«Ir a Yibuti me hizo entender que parte del problema del terrorismo ha sido creado por nuestra civilización y tiene que ver con la falta de equilibrio entre ricos y pobres en el mundo», señaló el cineasta.

En su opinión, declarar la guerra al terrorismo en 2011 fue un gran error. «Es lo que el terrorismo deseaba; en gran parte hemos sido nosotros mismos quienes hemos creado el monstruo», subrayó el director de documentales como Buena Vista Social Club.