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Música

El arte de Sabina enciende Alicante

El artista jiennense conquista sin dificultad la Plaza de Toros con la gira «Lo niego todo», dos años después de su último concierto en la ciudad

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El arte de Sabina enciende Alicante

Fresco en la primera y clásico en la segunda. Tras un arranque negador, lo nuevo campó a sus anchas por un escenario que, como un equipo de fútbol en pretemporada, probó a los recién llegados en los primeros 45 minutos. La segunda parte fue la clásica, la de dar espacio a la vieja gloria a la que la grada aplaude pase lo que pase. Y así, en dos tiempos, Joaquín Sabina cantó anoche en la Plaza de Toros de Alicante para las 6.000 personas que desde hace semanas colgaron el cartel de agotado en las taquillas de venta. Y así, también, el artista pasó ayer de llorar «con las más cursis películas de amor» al travieso «sin embargo un rato cada día».

Eran las 22.35 horas cuando el maestro del bombín salía al ruedo para dar el segundo concierto de la gira «Lo niego todo» después de que Barcelona y Granada sufrieran el dolor de barriga de una gastroenteritis que invadió al artista hace un par de semanas. Arrancaba con el tema que da nombre a esta gira y a su último disco, y daba el segundo paso yendo más lejos con Quien más, quien menos. Uno a uno fueron sonando algunos de sus nuevos temas mientras el fiel coro de miles de personas no alcanzaba ni un cuarto de los decibelios que poco después estallarían en la plaza con La del pirata cojo, el primer clásico que escuchó la velada. No es que las primeras canciones no movieran a los fieles, es que ninguna de ellas ha conseguido todavía la mayoría de edad necesaria para hacerse un hueco en la lista de reproducción eterna.

Fueron varios los que tuvieron mención en el espectáculo al que acostumbra Sabina, ése que rellena pausas y dibuja fácilmente sonrisas en el público. Una de ellas fue para la menopausia que le recetó el médico hace unos días y otra para el dolor de estómago que le obligó a llevar las cancelaciones ya mencionadas: «Se me quedó la boca muy seca para cantar. Para cantar y otras cosas», bromeaba de nuevo. También tuvo sitio para los afectados por el terremoto de México, para tender una mano a Joan Manuel Serrat tras la repercusión de sus declaraciones en los últimos días, para saludar simpático a Alicante con un «bon dia» y para dar las gracias a Clara y su nieta, dos vecinas de Ibi que cada año le hacen llegar pequeños coches de los años 40.

Durante la noche cedió el protagonismo a Jaime Asúa y su guitarra tras un gran elogio a éste como presentación; a Mara Barros, la andaluza en la que desembocó una historia con Gabriel García Márquez cuando «hacía tiempo que no se hacía caso»; y a Pancho Varona, que marcó el punto de inflexión de la noche. Lo que ha hecho que el artista jiennense orientara su nueva música en la dirección que lo ha hecho han sido las ganas de «burlarse de uno mismo y corregir esa caricatura excesiva del tío que va por la calle fumando marihuana y mirándole el culo a las chicas», tal y como explicó al inicio de su gira.

Aunque por una parte no hacía falta quitar máscaras, pues cada vez que salta a la tarima, tiene, como tuvo anoche, un público intergeneracional entregado a un taurino e «infiel» al que animalistas y románticos admiran. Por otra parte sí, por satisfacer a los que llevan hasta más de 40 años siguiendo sus pentagramas. Esos que han convertido «Lo niego todo» en doble disco platino y lo han aguantado en el número uno de las listas de éxitos durante varias semanas.

Al primer clásico le siguieron, entre otros, Sin embargo, Por el bulevar de los sueños rotos, Peces de ciudad y 19 días y 500 noches. En total se interpretaron alrededor de una veintena de temas, a los que se sumaron inesperadamente Contigo y Pastillas para no soñar. Se baja el telón mientras suenan de regalo los consejos para vivir cien años. Ya vacunado contra el azar, y a sus 68 primaveras, sus proyectos junto a Leiva nos dan la certeza de que aún le quedan mil historias que contar para luego poder negarlas.

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