La artista alicantina Elena Aguilera muestra sus últimos trabajos en la Llotgeta de València de la Fundación Caja Mediterráneo, en los que ofrece una visión de la pintura a través del vídeo. El azul no es un color es el título de esta propuesta en vídeo, que incluye cuatro proyecciones en las que reflexiona, a través del movimiento y de las nuevas tecnologías, sobre la pintura y el dibujo, y sobre el lenguaje de la pintura.

En la sucesión de las imágenes del vídeo se refleja la acción, el gesto, el proceso creativo y de ejecución, los diferentes ritmos, las dudas, el proceso de creación de un lenguaje y de una obra.

De esta forma, la artista asume un nuevo formato para reflexionar sobre su propio lenguaje y hacer partícipe al espectador que asiste a la creación de la obra.

Las proyecciones van acompañadas de más de un centenar de dibujos en papel de pequeño formato, a manera de bocetos, de apuntes de ideas, de expresiones de la artista y de lienzos de grandes dimensiones clavados directamente sobre la pared, sin marcos ni otro soporte distinto al propio lienzo.

Elena Aguilera atiende a la premisa indiscutible del artista actual que debe acceder a todos los medios ya sean digitales, analógicos, artesanales o conceptuales que tenga a su disposición para dar a conocer lo que interiormente le urge expresar. El lenguaje, la selección del material, incluso de la obra, depende del criterio de ese momento y, en la actualidad, el vídeo y la instalación son medios que convocan la comprensión del público. La pintura es un lenguaje universal e independientemente del material que se utilice en ella, siempre buscará la reflexión sobre su significado, sobre la virtud de su lenguaje para expresar las inquietudes de su tiempo, y la genealogía del arte.

El azul no es un color alude al debate de las primeras décadas del siglo XX sobre la esencia de la poesía, sobre la esencia de la creación y del arte, algo más que retórica, algo que va más allá de las convenciones establecidas. Debate clave impulsado por los propios creadores, por mentes tan lúcidas como la del poeta Juan Ramón Jiménez, que pusieron la poesía española y mundial en la vanguardia pero también en el diálogo con los universales.