Con una madre fanática de Dirty Dancing, o de Patrick Swayze para ser exactos, que te elijan para ser su alter ego en el teatro es como un sueño. Eso le ha ocurrido a Christian Sánchez que recorre los escenarios desde hace casi un año bailando como Johnny Castle. Ayer lo hizo en el del Teatro Principal de Alicante, donde la famosa película se podrá ver en forma de musical hasta el próximo 1 de octubre.

Él y más de una veintena de actores-bailarines que llevan a las tablas esta historia llena de pasión y romance, y también de danza, aunque se denomine musical y no se cante. «Al principio se hace raro, pero es verdad que luego se agradece porque lo puedes focalizar todo en el baile y la interpretación», asegura Christian Sánchez que ha vuelto a los musicales después de seis años, cuando participó en El Rey León, tras una etapa más dedicada a la televisión y el cine. «Hay mucha profundidad en los personajes y a mí me ayuda llevarlo a cabo de esta forma y no interrumpir la acción por una canción; y la gente también lo agradece porque quiere ver lo que vio en la película y es lo que se encuentra».

El actor y bailarín asegura que la película la vio con motivo de protagonizar este musical, «pero pocas veces porque no quise impregnarme y copiar al personaje que ya había hecho tan bien Patrick Swayze, quise darle vida desde mi realidad y mi personalidad, con las directrices del director. Y la verdad es que ha ido muy bien porque la gente dice que he copiado muchos gestos del personaje, pero te aseguro que no es así, han salido por el camino que toma Johnny Castle».

Hasta llegar hoy al escenario han sido muchas horas de ensayo. Un mes y medio sin mirar el reloj antes del estreno. «Ahora es todo más tranquilo, hay calentamiento antes de la función pero ensayo solo si se incorpora alguien nuevo. Tiene números muy complicados pero la etapa de los ensayos es de las mejores porque es cuando conoces al personaje y empiezas a descubrir qué es lo que va a ser».

Christian Sánchez, con Eva Conde como Baby, se enfrentan cada noche a un público muy heterogéneo y de varias generaciones. «Vienen madres con sus hijas y con sus madres, y eso es maravilloso porque ves que la temática está vigente a día de hoy y sigue siendo una historia actual que la gente disfruta como si la viera por primera vez»

El público, como no puede ser de otra forma, «siempre acaba bailando -afirma el actor-, es una de las mejores partes del espectáculo».