Fruto de las casualidades, el recuerdo de Julio Oca «Petete», el hijo de uno de los presos que estuvo junto al poeta Miguel Hernández en la cárcel, ha hecho que el cómic La voz que no cesa de Ramón Pereira y Ramón Boldú tenga un «testimonio de viva voz» que lo enriquece respecto a su primera edición.

Con motivo del 75 aniversario de la muerte del poeta de Orihuela, la editorial Astiberri ha publicado esta nueva edición, un nuevo volumen de 140 páginas revisadas y ampliadas respecto al que en 2013 sacó la desaparecida editorial EDT, que se despidió con este título, por lo que conseguir un ejemplar se convirtió en tarea imposible para los seguidores del cómic y del poeta.

Pero ahora ha regresado con varias novedades que lo engrandecen, como un cambio en el color -se ha suavizado el negro- y una ampliación del contenido: el testimonio de Julio Oca, «Petete», hijo de Eugenio Oca, compañero de cárcel de Miguel Hernández, además del autor de los dibujos que acompañan los dos cuentos que el poeta escribió a su hijo y del dibujo del propio Hernández muerto.

«'Petete' lo conoció cuando era niño y visitaba a su padre en la cárcel y me contó una serie de historias que dibujé por si en el futuro había una segunda edición del cómic», cuenta Boldú sobre este encuentro que cuatro años después se ha visto reflejado en viñetas.

«La última parte del primer cómic, la de su estancia en la cárcel, quedaba muy corta, pero conocí de viva voz -a través de 'Petete'- todo el drama que vivía dentro, sobre todo porque no le dejaban ver a su hijo por no estar casado con su mujer», destacó el dibujante catalán (Tarroja, Lérida, 1951), exdirector del El Víbora y autor de títulos como El arte de criar malvas.

Pero en La voz que no cesa Boldú lleva a las viñetas también la recreación de otros instantes de la vida de Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) que guardan similitud con la suya propia. Como el hecho de que el padre de Miguel Hernández no quería que su hijo fuera poeta.

«Mi padre no le veía futuro a que me dedicara al cómic, no creía que pudiera ganar dinero con este oficio, y esas conversaciones que tuve con él las he utilizado porque creo que no se diferenciaban mucho con las que Miguel tuvo con su padre», confesó.

Con esta biografía, el cómic vuelve a dejar claro que se ha convertido en una de las mejores disciplinas para afrontar el género biográfico, tal y como lo han demostrado otras obras recientes que han abordado la vida de Federico García Lorca, Frida Kahlo o Van Gogh.

En este sentido, según Boldú, la explicación está en que como los dibujantes de cómic se «parecen mucho» a los escritores, pintores o cineastas son capaces de ver la «lucha» que han tenido que librar para pasar a la Historia.

Con un continúo diálogo entre la libertad y la opresión, la obra regresa con la misma intención que Boldú y Pereira tuvieron desde su nacimiento, que no es más que difundir la historia de este poeta pastor entre los alumnos de secundaria de España.