Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Luis Landero: «Yo empecé a enfermar de literatura con 14 años»

En enero publicó La vida negociable y ya está «amasando» otra novela, de la que no suelta prenda, a punto de «meter al horno»

Landero: 'Yo empecé con 14 años a enfermar de literatura'

¿Por qué decidió escribir?

Se escribe siempre de la insatisfacción. Hay algún vacío en la vida que se llena de muchas maneras y en mi caso fue a través de la literatura. Yo empecé a enfermar de literatura con 14 o 15 años cuando escribí mis primeros poemas, versos de amor trágicos, y el demonio de la escritura se quedó ahí. Te consuela, le da sentido a tu vida.

Y aun así tardó en publicar su primera novela, Juegos de la edad tardía

Sí, es que tuve una vida muy agitada: fui estudiante tardío, fui guitarrista profesional, me metí en el mundo de la farándula y hasta que mi vida no se asentó un poco no me puse a ello. Pero no hay que tener prisa para publicar.

Sin embargo, hoy parece que cualquiera publica un libro.

Sí, es verdad que hay mucho intruso, aunque todo el mundo tiene derecho a escribir, por su puesto, pero se escriben cosas de una calidad ínfima que además se venden bien porque llevan mucha publicidad detrás.

Recibir el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica con su primera obra pudo haber sido una losa, pero no fue así.

Me pilló ya mayor. Con 40 años ya tienes un poco de calle y de escepticismo con el éxito y el fracaso. Y yo tengo una vocación innegociable con la literatura, me enferma de por vida. Sí noté un poco el peso de la responsabilidad con mi segunda novela pero lo bueno de escribir es que te metes en una isla, es un oficio muy libre y autónomo, un ejercicio de libertad.

Ahora que se lleva tanto la autoficción, usted volvió a la novela. ¿Le gusta ir contracorriente o necesita alternar?

Yo creo que siempre ha existido la autoficción, no sé por qué se le da ahora tanto bombo...

Como dijo estar saturado de ficción antes de su obra autobiográfica El balcón en invierno

Ah, sí. Tuve un incidente, pero volví a la novela, y ahora estoy con una nueva. Estaba preparando otro libro, una mezcla de autoficción y ensayo, y me salió al paso una novela, me arrastró todo el verano. Y creo que hoy [por ayer] voy a empezar a escribirla. Está ya amasada y voy a meterla en el horno (ríe).

¿Y no nos dará una pista?

No, porque las historias dentro de uno son muy bonitas, pero si las cuentas antes de escribirlas no lo parecen.

Volvamos a la última. La vida negociable

No tuvo nada que ver. Corrupción ha habido siempre en el ser humano, pero sí que conforme iba escribiendo surgían cosas del presente inmediato que se iban colando, porque claro que preocupa el tema de la corrupción y que vivamos en un país corrompido por la política, y noté que se incorporaban a la novela esos sentimientos.

Dice que sus personajes suelen ser soñadores que fracasan.

El que aspira a algo, el que sueña, es el que me inspira. Hay personas felices que no sueñan con grandes cosas -no sé si porque son sabias o inconscientes- y luego están los demás, los que soñamos y perseguimos sueños aunque luego no se cumplan. Esto es muy propio del ser humano y está en casi todas las obras literarias. Siempre hay algo en el hombre que le hace ser un desasosegado. Pero soñar también debe ser compatible con vivir porque, si no, acabas fatal, como Madame Bovary, o loco como el Quijote. Debes negociar con la realidad y con los sueños. Con el tiempo, uno aprende a no pedir a la vida más de lo que te puede dar, pero soñar es necesario.

¿La melancolía siempre le acompaña en sus libros?

Sí, viene de fábrica (ríe). Pero es una melancolía dulzona, no amarga ni agria, a veces un poco dolorosa. Jo, es que ya tengo 69 años, la cantidad de cosas que he vivido... Pero hay que defenderse también de la nostalgia porque el tiempo que dedicamos a melancolizar lo perdemos en vivir.

Después de saldar cuentas con su padre en sus novelas, ¿le quedan obsesiones por contar?

Pues a veces tengo la sensación de que ya he vendimiado toda la viña... (ríe) Pero no, no, ahora estoy con esta novela donde deben de estar algunos de mis fantasmas también.

Hace tiempo dijo que la sociedad estaba aborregada. ¿Estamos tan mal o si sigue escribiendo es que hay esperanza?

Es que no lo tengo del todo claro. Hay gente que dice que nunca se ha leído tanto como ahora, como Almudena Grandes, otros que dicen ''bueno'' y luego están los apocalípticos, y los tres tienen algo de razón. Yo soy pesimista con reparos. Cada vez se lee menos y la gente está más enredada en las redes sociales y eso lleva mucho tiempo. Leer es un entretenimiento pero supone un esfuerzo, es un aprendizaje. ¿Y quién va a leer si hay entretenimientos mucho más rápidos y fáciles? Pero mientras haya una minoría que lea, escribiremos.

¿Todo en la vida es negociable menos Cataluña?

(ríe) Todos ha sido negociable siempre y lo de Cataluña habrá que negociarlo. Esta derechona nacionalista está un poco loca pero si hay gente que persiste en la independencia habrá que sentarse a hablar. Pero es que se han juntado dos, Puigdemont y Rajoy, que tienen ideas inamovibles.

¿Un escritor debe tener opinión de todo? ¿Le incomoda eso?

Efectivamente, a veces te preguntan y esperan de ti una opinión relevante y en ocasiones solo tienes una opinión confusa, y sí que cansa. Pero, bueno, esperemos que lo de Cataluña se mantenga entre la picaresca y el esperpento y no salga de ahí, que no entremos en el drama o en la tragedia.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats