Cuando septiembre se desarrollaba con el tramo final de temporada por esas ferias que celebran vendimias y arroces, con el astro rey arrastrando sus últimos calores abrasivos, la última llamada del día de ayer caía como «un manotazo duro, un golpe helado»: Miguel Lizón, colaborador durante 31 años en las páginas de este diario, fallecía en su casa a los 83 años de edad. Apenas año y medio después de haberse cortado la coleta periodística. Con el último día de febrero de 2016 don Miguel entregaba su último artículo dominical y se despedía de una redacción que fue su casa durante más de tres décadas. En aquellas ocasión escribían los compañeros: «Con Lizón, todos hemos aprendido a respetar y, de alguna manera, a entender el mundo taurino, pero sobre todo nos ha enseñado muchas lecciones de vida con su sabiduría y su bondad».

Maestro nacional de profesión, licenciado en Filosofía y Letras en la rama de Geografía e Historia, su nombre se hizo famoso en toda España cuando resultó ganador del concurso radiofónico «Medio millón», cuya final tuvo lugar en la mismísima Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid ante veinticinco mil espectadores. Lizón asombró a propios y extraños y se hizo con el premio completo al contestar a cinco preguntas muy precisas sobre la biografía del torero Joselito «El Gallo». Se puede decir anecdóticamente, por tanto, que ha sido el único crítico taurino que ha triunfado de verdad en la catedral del toreo a plaza llena. Fue el 12 de junio de 1957 cuando el «joven maestro de escuela» (como tituló ABC) contaba con apenas 23 años. Ejercía por entonces la docencia en Petrer, donde fue recibido en olor de multitudes, ya que el programa en cuestión fue uno de los más exitosos de aquellos años.

La labor como periodista taurino de Miguel Lizón resultó amplia en el tiempo y muy intensa. La ejerció en el semanario «Marcador», en el diario «Informaciones» de Madrid, en Radio Popular de Alicante, en el periódico «La Verdad» y, como ya se ha indicado, en este Diario «Información». Su pasión por la tauromaquia le llevó además a ser socio fundador del Club Taurino de Alicante, que le nombró Presidente Perpetuo Honorario por su éxito radiofónico, y que también presidiría «de facto» entre 1971 y 1972. Su devoción por esta entidad siempre fue evidente. Allí se le podía ver con asiduidad, y allí participó en su último acto público el pasado 19 de junio en una mesa redonda sobre la figura de Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete», acompañado por Vicente Castelló, Miguel Pérez Mejías y Pepe Villar. Lizón volvió a demostrar entonces su prodigiosa memoria y vasto conocimiento (muchos le conocían como «la biblia de la afición alicantina») recordando anécdotas del torero cordobés en relación con su respeto hacia la afición alicantina. Poco antes de la mesa redonda declaraba a unos cuantos amigos cuál habría sido su cartel de toreros ideal: Joselito, Manolete, Antonio Ordóñez y Domingo Ortega. Su pasión sobre este último era de sobra conocida y argumentada en sus escritos dominicales. El dominio y la versatilidad del torero de Borox siempre endandiló a Miguel.

Para quien firma estas líneas y recogió su testigo en este diario siempre fue y será un referente en la prosa taurina, y su magisterio, irreemplazable. Miguel era un hombre adusto y de seria actitud, pero siempre honrado en su manera de entender el toreo y el periodismo.

El velatorio queda instalado en el tanatorio de San Vicente del Raspeig. La Redacción del periódico que fue su casa y sus compañeros quieren trasladar a su familia sus más profundas condolencias. Septiembre. Miguel Lizón, maestro en busca de la eternidad.