Dirty Dancing acaba de cumplir 30 años y próximamente aterrizará en foma de musical en el Teatro Principal de Alicante, con 16 funciones entre el 20 de septiembre y el 1 de octubre en una producción de Let's Go, creadora de The Hall, con 24 artistas en el escenario.

La exitosa película protagonizada por Patrick Swayze y Jennifer Grey da paso ahora a la no menos exitosa versión teatral de la mano de Christian Sánchez y Eva Conde, que encarnan a Johnny Castle y Baby en este romance que atrapó a millones de personas por su banda sonora y su baile sucio o caliente.

Los miles de fans que cosechó la película pueden estar tranquilos porque la versión musical es «muy fiel» a la cinematográfica original cuyo guión escribió Eleanor Bergstein, que supervisa las adaptaciones teatrales que se hacen en cada país.

«La gente compara mucho los personajes de la película y del musical pero la adaptación es muy fiel y lo más bonito es que la gente que viene al teatro se emociona y vive todo lo que vivió hace 30 años cuando la vio por primera vez en el cine», apunta Christian Sánchez, que confirma que los seguidores que sigue generando tres décadas después Dirty Dancing, «se vuelven locos con las frases míticas y los momentos de baile álgidos» en cada función.

Ponerse en la piel de los protagonistas fue, lógicamente, un reto para ambos actores, jóvenes pero curtidos en musicales. «Yo había visto la película varias veces y estaba entre mis carpetas de baile», indica Eva Conde, pero meterse en el papel de Baby «era un reto personal y profesional porque el público conoce muy bien el personaje, es todo muy parecido y se recrea cada pequeña escena, pero la gente puede emocionarse. Tenemos cambios trepidantes de vestuario de menos de ocho segundos -todos los cambios de escena son rotatorios, sin bajar el telón- y estamos muy vivos, a pie de escenario, y la respuesta del público es maravillosa».

Para el Johnny Castle español, el personaje era «un riesgo y un gran reto, pero también un gran gusto y un caramelo» y desde su estreno en diciembre de 2016 la gente que le conoce le hace siempre la misma petición: «Hazme el salto».

El popular salto lo han recreado ya en más de 300 funciones y nunca han fallado. Señalan que «no es cuestión de fuerza ni de ser bailarín» sino de «compenetración y equilibrio» pero Christian Sánchez reconoce que al principio, durante las dos primeras semanas de representaciones, «lo llevaba bastante mal porque es algo que tienes que hacer bien sí o sí. Si no sale bien el salto, estás timando al público y lo pensaba cada vez que se acercaba el momento, pero ahora ya no», ríe relajado, «aunque a veces no entiendo cómo lo he hecho, que con dos dedos la he aguantado».

A ello ayudaron las seis semanas de ensayos que realizaron sobre las coreografías, una vez pasaron la primera prueba de baile, «que fue bestial».

Porque en este musical los actores no cantan -la música es la original: temas como Hey! Baby, Do you Love me? o el clásico (I've had) the time of my life- «pero a cambio damos mucho baile y es muy trepidante , la danza tiene mucho peso, con muchos portés y levantadas, que es lo difícil de los personajes», indica Conde, mientras Sánchez añade que «al principio veía raro no cantar en un musical, pero ahora lo agradezco».

Ambos creen que parte del éxito de Dirty Dancing reside en su historia, «que rompió tabúes con el aborto, el racismo, el despertar sexual, que la protagonista se enamorara de una persona mayor que ella, de otra clase social... tenía de todo», señala el actor, y la actriz destaca la fuerza «de la banda sonora, de los bailes dirties. No pasa de moda y sigue siendo una obra muy actual».

La gira, que lleva casi un año, seguirá en 2018 y 2019.