La Gerusía era uno de los órganos de gobierno de Esparta, un todopoderoso y respetado consejo de mayores sabios con funciones legislativas, y ya se sabe que los espartanos fueron lo más de la Antigua Grecia. Aquellos pueblos sabían apreciar el valor de la veteranía y la experiencia. Telecinco también. Porque si bien es cierto que fabrican como churros famosos exprés de medio pelo, estrellitas noveles, concursantes o contertulios tiernecillos, de tanto en tanto recuperan viejas glorias, los sacan de sus cuarteles de invierno para sacudirles la caspa, airearles el alcanfor. Reciclan, que es tendencia. Y tienen memoria, otro valor que se agradece. Porque si no habríamos echado en el olvido a seres irrepetibles que forman ya parte de nuestro acervo. Aramís Fuster, por ejemplo, reaparece cada equis tiempo (sospecho que debe existir un ciclo matemático, cósmico, sincronizado tal vez con el paso de algún cometa) para confesar sus adicciones: la cola light. Lo mismo María José Cantudo, atávica y catódica. Si no fuera por ella, ¿dónde reivindicarían a estas alturas a las leandras? En honor a la verdad, también la rescataron los de un festival de cine de género. Pero ahí iba caracterizada como vampiresa. Una eterna, una no muerta. O una chupasangres. Según.