Alexander Payne como director y Matt Damon como protagonista no convencieron ayer en la 74 Mostra de Venecia, que inauguraron con Una vida a lo grande, una comedia con momentos brillantes que destila inteligencia y crítica social, pero que pierde el ritmo en su excesiva ambición.

«Creo que es optimista en unas cosas y pesimista en otras», dijo Payne, que construyó la película sobre una premisa de comedia de ciencia ficción, pero que en el camino pasó a ser un drama, una historia de amor, una denuncia del capitalismo e incluso un alegato medioambiental. Una historia que para Payne tiene «el mismo sentido del humor y el mismo tono» que su anterior colaboración con el guionista Jim Taylor, Entre copas (2004), y que para Matt Damon es «absolutamente maravillosa y única».