Lucifer, Luzbel, príncipe de los ángeles rebelados, ángel caído, Satanás, Serpiente, Serpiente Antigua, Gran Dragón Rojo, Acusador, Satán, Enemigo, Belial, Samael, Belcebú, Mammon, Ángel de Luz, Ángel del Abismo, Ángel de las Tinieblas, Príncipe de la Potencia del Aire, Abaddhon, Jaldabaoth, Legión, Espíritu Impuro, Espíritu Inmundo, Espíritu Embustero, Tentador, Hijo del Amanecer, Belcebú, Baphomet.

El diablo tiene muchos nombres. El otro día lo invocó, sin necesidad de recurrir a Aramís Fuster y su tanga-parche en el ojo, JorgeJa. Como quien no quiere la cosa. Se puso allí, en el centro del akelarre, y se dirigió a ella, a Madre, a Nueva Madre [que ha dejado en monja de clausura a la mamá de Aída Nízar y a Mayte, la mamá-loba de una que ganó Gran Hermano o así], a la exsuegra del tenista. Luciafer. En un ingenioso juego de palabras -prueba de que su faceta de ilustrado no está reñida con la de exhibidor de culo-, JJ convierte a la madre coraje en reina de las tinieblas y, en el mismo set, a su hija modelo en Luciferina. Lo habrán visto en los exorcismos: al íncubo, para expulsarlo, lo primero es nombrarlo. Luego vienen los vómitos, las convulsiones y los giros de cabeza. Que tienen su público.