Crecer es aprender a disfrutar de lo que todavía tenemos y a renunciar a lo que nunca tendremos. Cada canción tiene tantas interpretaciones como oídos la sienten. La que abre estas líneas podría ser una de las tantas que evoca el «Take me out» de los escoceses Franz Ferdinand.
El grupo liderado por Alex Kapranos irrumpió en la medianoche de ayer en el estadio Guillermo Amor de Benidorm para cautivar a golpe de elegancia a las miles de personas ávidas de indie-rock que se agolparon en el escenario Estrella Damm. La banda del «dandy de Glasgow» abrió primero fuego con «Dark of matinee», un himno nocturno, de esos que empujan a la más pura ingravidez a quien lo escucha que terminó de levantar a los miles de presentes en una edición memorable.
En Londres y Nueva York hay calles que te sumergen en la más pura esencia del pop, donde la evasión a tiempos pretéritos es cita de peregrinación obligada para los más fieles del estilo. Algo parecido pasa desde hace unos años con el indie y el Low en Benidorm.
El municipio alicantino, desde siempre al pie del cañón en asuntos musicales estivales, supo cambiar el paso a tiempo y engancharse a la era de los festivales. El Low ha sabido dar un revolcón al turismo musical de Benidorm y el último fin de semana del mes de julio luce ya como un fijo en el calendario de todos los amantes del indie nacional, el melódico, el power pop y un sinfín de propuestas musicales sorprendentes.
No hay discusión, el Low Festival se codea de tú a tú con los grandes acontecimientos musicales del momento. Les mira de frente sin complejos y con la seguridad que da casi una década de éxito a sus espaldas. La edición de este año es probablemente la más completa de la historia y la que más adeptos congregará, se estima que unos 80.000 disfrutarán durante al menos un día del recinto benidormí.
Grandes clásicos como el «Do you want to» cerraron por todo lo alto la actuación de Franz Ferdinand, la más esperada de la jornada de un sábado que se extendió casi hasta el amanecer. Antes, sobre ese mismo escenario brillaron los estadounidenses Nada Surf y los catalanes Sidonie, que presentaron los temas de su nuevo disco El peor grupo del mundo, un trabajo de música pop que honra la historia del estilo patrio y de las dos décadas que llevan en la carretera Marc Ros, Jesús Senra y Axel Pi. Los barceloneses fueron los otros grandes triunfadores de una velada centellenate; «Carreteras infinitas», «El bosque», «Un día de mierda» o «No sé dibujar un perro» crearon un aura de campanillas en una noche que terminó con Ros, el cantante, tarareando historias entre los agasajos del público.
El testigo que habían dejado el día anterior los legendarios Pixies, La Casa Azul, Dorian o !!! (Chk Chk Chk) pronto lo cogieron The New Raemon y McEnroe, en un espectáculo al alimón de su trabajo conjunto «Lluvia y truenos». Ramón Rodríguez, alma máter de The New Raemon, volvió a ofrecer horas más tarde un espectáculo más íntimo en el escenario Gibson Lounge de la Zona VIP.
Entre tanto, la música volvía a colocar a Benidorm como epicentro del mundo de la música y de la diversión. Alrededor de 40.000 espectadores gozaron ayer de una fiesta irrepetible, la que garantiza el Low, un festival que el próximo año cumplirá diez años de acordes y llenazos absolutos. Durante la tarde, multitud de artistas abarrotaron Foietes, un clásico recinto futbolero de la provincia venido a menos, que con el cambio de siglo se ha convertido en santo y seña de la música benidormí.
Agoraphobia, el estreno de los murcianos Neuman y Viva Suecia, Soledad Vélez o las madrileñas Las Odio fueron conectando a los lowers de escenario en escenario. Al término de esta edición todavía quedaban por actuar los suecos The Hives, los artistas de blanco y negro, autores del célebre «Come on», himno de toda una generación. Tras ellos, Los Punsetes, y acto seguido, a las 3 de la mañana, llegaría el turno de Delorean y, luego, el de los enérgicos e impredecibles FM Belfast con su pop electrónico.
Hoy ponen el broche final de la novena edición del Low Mando Diao, Lori Meyers, Fangoria o Xoel López entre multitud de artistas más.
Un espectáculo completo
El Low se ha convertido por méritos propios en un festival preparado para todo. Zonas verdes, áreas de relax, piscinas e incluso un novedoso enclave para los amantes de lo retro, el Arcade Arena, con juegos como el Bombjack o el Bubble Booble para cubrir de nostalgia el insaciable espíritu de los lowers.
Nada queda a la improvisación, tampoco la seguridad; el acceso de las personas con diversidad funcional también está previsto con unas gradas adaptadas. En este sentido, nadie queda apartado en el festival, el abanico para comer y beber es innumerable y se contemplan establecimientos para vegetarianos y celiacos.
La conexión con Alicante y los municipios del norte de la provincia también crece con un espaldarazo añadido de la frecuencia de TRAM y la habilitación de un parking extra por parte del Ayuntamiento respecto a otras ediciones. La vestimenta de los lowers cada año pega un giro de tuerca más, en esta edición abundaron los disfraces, cada cual más insólito y de la temática más extravagante. También parece consolidarse la moda de visitar el festival para celebrar despedidas de solteros y graduaciones universitarias. La música, cómo no, un pretexto para divertirse y olvidar la rutina.
El Low, cada vez más, un espectáculo consolidado a prueba de acordes y gargantas. Cada vez más, una oportunidad para seguir soñando con lo que no volveremos a ser, con protagonizar, por un momento, historias que sólo se viven bajo el influjo del Low.
