Don Juan Carlos I es además de Rey de España, Rey de Jerusalén, un reino constituido en 1099 cuando los cristianos conquistaron la ciudad en la Santa Cruzada impulsada por el Papa Urbano II. El trono de la capital de Israel desapareció con Alfonso de Anjou, Rey de Nápoles, en 1291, cuando los cristianos perdieron su última posesión en Palestina pero el título siguió pasando entre los monarcas hasta llegar a Fernando el Católico, quien llegó a plantearse la recuperación de la ciudad sagrada para su imperio. Así que a falta de reino, lo único que le queda a Jerusalén es un rey que no reina.

Además, Jerusalén, que perteneció a Jordania hasta la Guerra de los Seis Días de 1967, mantiene aún la influencia de las autoridades hachemitas, encargadas hasta el día de hoy del mantenimiento de los sitios sagrados de la Ciudad Vieja en la que coexisten monumentos de las tres principales religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. n. v.