Eres una artista reconocida por todas partes, haces el trabajo que te gusta y te apasiona... ¿cuál es la cara B?

Tener que mostrar más ego del que tengo, algo que supongo que es beneficioso para la carrera comercial. Tener que decirle a la gente que trabaja contigo lo que quiero, por ejemplo, eso me cuesta porque me gusta mucho lo que hago, me gusta demasiado el proceso, y no tengo tanta necesidad de obtener resultados. Pienso que lo que hago, ya me los da.

¿Te gustaría cantar y componer de la misma forma sin el éxito?

Tengo suerte de ser de donde soy. Tengo muchos amigos que tenían unas expectativas que no se han cumplido y lo han dejado. Tienes que pensar que lo que haces es importante para ti, porque lo más probable es que no le importe a nadie, y más en esta época en la que todo va muy rápido. Nosotros hemos crecido dándole una importancia a la música que ahora ya no tiene.

¿Por qué?

Porque la gente ya no escucha discos, sobre todo no los compra. La música no vale dinero, la puedes tener con un clic, la escuchas, la paras... Antes la música era social, la compartías con la gente, la tenías que buscar, era valiosa, hablabas y te hablaban. La información musical con la que contabas se transmitía. Ahora quizás tenemos demasiado acceso a todo, en casa, solos. Hoy la música está ahí, y no se valora como antes.

Vienes de cambios emocionales profundos. ¿No podías expresarlos con el mismo estilo que en los otros álbumes?

No de la manera que lo he hecho aquí. Hay formas de traducir emociones, ideas y experiencias, que se adaptan mejor al rock, al concepto amplio del rock... En todo caso, pienso que el último disco también es rock, pero no es un disco enfadado, muestra más el agotamiento, la melancolía, y va más hacia adentro que hacia afuera, como en los otros trabajos.

Pero es un disco luminoso. Es como si de repente tuvieras las ideas claras.

No tenía energías que dilapidar. Estaba realmente muy cansada. Había vivido muchos cambios personales y profesionales que me habían ido llevando durante cuatro años de un lado a otro. Llegué al disco con la necesidad de hacerlo para pasar página.

¿Has pasado página?

Sí, ahora estoy bien. Empiezo a tener muchas ganas de todo otra vez, y a tener energías expansivas, que son más propicias para crear, mucho más juguetonas. Durante el tiempo que trabajé en 'Chinook wind' me recogí, y ésta es la razón de que sea esencial, porque no tenía energías para decir nada que no fuera importante.

Este viento frío es especial...

Es un fenómeno flipante que se da en la provincia de Alberta, en Canadá. Es un viento frío que baja de las Rocosas, y en mitad de un invierno de esos de estar a menos veinte grados, de la noche a la mañana, pasan a cincuenta grados más... De hecho, chinook quiere decir comenieves.

¿Por qué da nombre al álbum?

Porque quería que representara que, a pesar de que nos pasa de todo allá fuera, este disco es un viento cálido, es una chimenea en busca de luz. No me gustan los discos que tienen el nombre de una canción, pero pensando pensando, lo encontré.

Pero, ¿cómo encuentras este viento?

Pues porque me enamoré de un canadiense. Le escribí una canción y le dije que pusiera él el título. Y le puso 'Chinook wind'.

Cantas de una forma muy especial. Pero también escribes.

Escribo desde que tenía doce años, e intento siempre estar escribiendo letras, intento siempre tener el músculo preparado.

¿Qué escuchas?

De todo, mis gustos son una esquizofrenia pura. Me encanta Prince desde pequeña, y podría hacer un repertorio ahora mismo sin preparármelo. También podría hacer lo mismo con Iggy Pop and The Stooges, que es otro universo. Escucho mucho folclore de Macedonia, Sarievski, por ejemplo, un compositor que ya murió.

¿Todo tiene un sonido?

Sí, pero te tiene que llegar.

¿Qué nota tiene la amistad?

La amistad es un la mayor.

¿El amor?

Depende de qué tipo de amor.

¿Qué música tiene tu amor ahora?

Es un groove..., es un groove...un poco Velvet underground.