Si el Ministerio de Cultura, en 1990, incluyó al Principal de Alicante en su programa de restauración de teatros públicos españoles; si en esa misma década, la Generalitat ya aportaba un tercio del presupuesto para su funcionamiento y lo hizo de manera variable hasta 2010, discutir en torno a si este teatro es público o privado no ha lugar. Lo dicen Luis de Castro y Manuel Sánchez Monllor, dos de los directores que han estado al frente de esta entidad, que pertenece a partes iguales al Ayuntamiento de Alicante y al Banco Sabadell.

Este matiz inclina la balanza a uno u otro lado, porque la filosofía varía entre el concepto de responsabilidad social y cultural, y el rendimiento económico. La polémica ha saltado a la palestra después de que las cuentas del año 2016 presentadas por el actual director, Paco Sanguino, arrojen un déficit histórico de 330.000 euros. El Sabadell rechazó esas cifras, lo que obligó al Ayuntamiento a abstenerse, y se pidió un informe de viabilidad que el actual director debe presentar en septiembre. No es la primera vez que la temporada se salda con pérdidas, pero sí la que lo hace en mayor medida.

El camino ha sido complicado. Los presupuestos con los que ha contado históricamente el Principal, para su programación y también para su mantenimiento, han cayendo a lo largo de los años. A finales de los años 90, había un total de 270.000 euros, sumando los 90.000 que aportaban cada uno de los propietarios y también Teatres de la Generalitat. Esa cifra, de hace 20 años, superaba ya el presupuesto actual, que durante 2015 y 2016 ha sido de 240.000 euros (120.000 cada propietario).

Después, en los primeros años del siglo XXI, Ayuntamiento y CAM subieron su cuota a 150.000 euros y Teatres se mantuvo en 90.000, para tres años después, aportar también 150.000. En total, 450.000 euros. Esta época, entre 1998 y 2006, le tocó vivirla a Manuel Sánchez Monllor, que consiguió cerrar todas sus temporadas sin déficit, después de que Luis de Castro le pasara el testigo con unas pérdidas, solo en el último año, de 10 millones de pesetas. Ambos consideran, no obstante, que no se le puede exigir rentabilidad económica a un teatro porque no es su objetivo prioritario.

En 2006 el relevó lo tomó María Dolores Padilla, ahora administradora del teatro y concejal del PP en el Ayuntamiento. Las cosas empezaron bien. Ese año las aportaciones de las tres partes subieron a 180.000, sumando 540.000 euros. Un año después, los propietarios la incrementaron a 200.000 euros, llegando a 580.000, máximo histórico en el presupuesto del teatro. Así hasta 2010, mientras que la Generalitat se mantuvo en 180.000 hasta 2009 para rebajar a 75.000 en 2010 y a cero desde 2011.

Precisamente en ese año, anunciaba la CAM que reducía su aportación un 50 por ciento, es decir a 100.000 y en 2012 le siguió el Ayuntamiento, por lo que ese año el teatro subsistió con 200.000. Y el déficit apareció, 60.000 euros de pérdidas, que llevó a los propietarios a incrementar a 150.000 sus aportaciones. Pero solo una temporada. En 2014, de nuevo 100.000 cada uno y durante 2015 y 2016, 120.000 cada parte. Como resultado, déficit de 112.500 euros en 2015 y de 335.000 euros en 2016, temporada ya gestionada por Sanguino.

Los espectadores también han bailado y el pasado año se registró una bajada de 10.000. Algunos de los datos dados a conocer en su momento reflejan que de los 150.000 espectadores de 2007, se pasó a 110.000 en 2010 , 115.000 en 2011, 127.000 en 2013 y 120.000 en 2014. El camino, desde luego no se lo han puesto fácil.

El alcalde, Gabriel Echávarri, declaró ayer que en la programación «la diferencia entre ingresos y gastos de las funciones es positiva, pero hay una serie de gastos estructurales que llevan al déficit. Tiene una estructura muy amplia y tiene muchos gastos, parte son sueldos y otros mantenimiento».

Por su parte, el grupo Guanyar, al que pertenece el concejal de Cultura, Daniel Simón, que nombró a Sanguino, manifestó ayer su apoyo «sin fisuras», a la gestión del director al frente del teatro, «que ha pasado de la irrelevancia más absoluta a ser el primer teatro de la Comunidad Valenciana en 2016, según el Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea, pese a haber tenido el menor presupuesto de entre los teatros de características similares de todo el Estado».

Reiteran que su grupo «apuesta por la cultura como inversión social y por aumentar las aportaciones públicas al teatro» y denuncia «la utilización torticera y cínica por parte del PP de las cuentas de 2016, tras años sucesivos de recortes en las subvenciones durante los gobiernos populares autonómicos y municipales».

El PP, que el jueves pidió la dimisión o destitución de Sanguino a través de su portavoz, Luis Barcala, afirmó que «si la apuesta de calidad de la programación del teatro consiste en que se planifiquen obras ruinosas que solo llevan a 34 personas, lo mejor es que programen en el salón de su casa esas obras que tanto les interesan a ellos y tan poco a la gente».

Antonio Manresa, de Ciudadanos, pidió que Simón asuma responsabilidades políticas por la nefasta gestión del teatro y consideró que «la programación cultural debe tener un retorno para la ciudad».