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Javier Cercas: «Sin lector no hay literatura»

Afronta su pasado «incómodo» con valentía en El monarca de las sombras, «porque un escritor que no es valiente no es un escritor»

El escritor Javier Cercas firma sus obras mañana en la Feria del Libro de Alicante. efe

Alguien dirá que otra novela sobre la Guerra Civil...

Pues lo ha dicho poca gente. Pero es curioso que nunca digan otra película, otra novela sobre la II Guerra Mundial. Solo se dice de la Guerra Civil. En primer lugar, este libro no es sobre la Guerra Civil, sino sobre su herencia, sobre el presente no sobre el pasado. Yo escribo de cómo ese pasado forma parte del presente. Por otra parte, la guerra es el primer tema de la literatura y probablemente será el último. Además, el tema de una novela es lo de menos, lo que importa es la forma. El tema de El Quijote o Madame Bovary es una tontería, pero claro sus autores hacen algo que nos afecta a todos.

El monarca de las sombras llega 16 años después de Soldados de Salamina y también partiendo de un personaje real, su tío abuelo Manuel Mena.

Es el protagonista aparente del libro. Una de las primeras preguntas serias que me he hecho en mi vida tiene que ver con la herencia de la guerra. Mi madre me hablaba siempre de la historia de este chico, que es la historia de muchas familias, y siempre ha sido un enigma. Yo he escrito no sobre lo que entiendo sino sobre lo que no entiendo, sobre cosas que me interpelan. Un chico de un pueblo muy humilde que es el mío, una familia de pequeños propietarios rurales, además en Extremadura, con inquietudes intelectuales, el primero de la familia que estudia, que se alista en las tropas de Franco y muere dos años después tras haber luchado en los frentes más duros de la guerra. Yo me preguntaba por qué se alistó para defender una causa que yo considero injusta, sobre todo para un niño de 17 años.

Su tío abuelo luchó con Franco, según usted, «en el bando equivocado». ¿Es duro afrontar ese pasado con una realidad incómoda?

La expresión escritor valiente es un pleonasmo, una redundancia. Un escritor que no es valiente no es un escritor, es un escribano. Yo como persona puedo ser razonablemente cobarde, pero como escritor no puedo serlo. Los riesgos hay que correrlos. Es que todo el mundo sabe poco acerca de la herencia con la que carga. No sabemos nada de eso porque quienes han vivido situaciones duras, extremas, no digamos una guerra, no lo cuentan, porque es una experiencia durísima, brutal. Y tienen derecho a no contarlo, pero nosotros tenemos la obligación de saberlo. Quien no sabe de dónde viene no sabe a dónde va. Los malos políticos dicen que vamos a dejar el pasado, que lo importante es el presente y el futuro, pero eso es una enorme necedad. Primero porque ese pasado no ha pasado todavía, forma parte del presente, y segundo, y esto es fundamental, porque la única forma de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente, sobre todo el peor pasado porque si no lo repites. Y eso es lo que nos está pasando ahora, que Europa esta cometiendo los peores errores de los años 30.

¿Cree que con estos libros la gente está entendiendo mejor qué ocurrió?

La literatura lo que hace es mostrar que las cosas son siempre más complejas de lo que creemos Y sí, la literatura sirve para entender. Entender no significa justificar, al contrario, es darte los instrumentos para no cometer los mismos errores. Por eso yo creo que la literatura es útil, siempre y cuando no pretenda serlo porque si no se convierte en pedagogía. Si un genio nos hace entender cómo Alemania fue absorbida por un oligofrénico como Hitler empezaríamos a tener un instrumento para que nada semejante vuelva a ocurrir.

¿Separar en literatura realidad y ficción es difícil?

El periodismo o la historia no pueden inventar, no pueden hacer ficción, además, es evidente, en la novela la ficción pura no existe y si existiera no tendría interés. Esa mezcla de realidad y ficción siempre es peculiar en cada novela. La novela, a diferencia del periodismo o de la historia, no tiene reglas, es decir, cada novela buena impone sus propias reglas. Yo escribo novelas de aventuras sobre la aventuras de hacer novelas. Yo hago cómplice al lector del proceso de hacer la novela. Y ahí me tomo más libertades, aunque muy pequeñas. Estaba este tipo que era Cervantes que decía: hagan ustedes lo que les de la gana. Aquí no hay reglas. Y esa en una de las grandes peculiaridades y virtudes de la novela. No hay dos novelas buenas que tengan las mismas reglas.

¿Seguimos teniendo el concepto de ganadores y perdedores en la política actual?

Bueno, son realidades. Si ganas gobiernas y si no, pierdes. Pero de hecho estamos viendo cada día que tenemos un partido que ha ganado las elecciones pero que ha tenido que pactar todo con los demás. Está bien que tenga que pactar pero a veces puede ser problemático. El parlamento es un reflejo de lo que es la sociedad y si la sociedad está dividida, el parlamento esté dividido. Pero no estamos muy acostumbrados en España a eso porque no ha habido que hacerlo y el pacto se considera una rendición. Eso es mala educación democrática.

Mañana estará en la Feria del Libro de Alicante. ¿Hasta qué punto es importante ese contacto con los lectores?

La mitad de un libro la pongo yo, la otra mitad la pone el lector. Un libro es una partitura y el lector la interpreta. Un libro a secas solo es un montón de letras impresas, es cuando el lector lo abre y empieza a leerlo cuando las letras dejan de estar muertas y cobran vida. Sin lector no hay literatura. Paul Valery decía que son los lectores los que hace las obras maestras, no los autores. El escritor no se dedica a decir lo que la gente quiere oír sino lo que la gente no quiere escuchar. Para decir lo que quiere oír la gente ya están los malos políticos.

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