Quizá les guía una sensibilidad especial, un tono elegíaco, la presencia del mar y una trascendencia filosófica. Eso quizá. Porque la carga literaria y el quehacer en verso de los poetas que son o trabajan en Alicante son tan similares entre ellos como lo son con los del resto del país. Es decir, poco. Esa diversidad les une y les separa. Siguen las mismas rutas que la poesía y los poetas nacionales. Y ese era el objetivo del profesor y también poeta Manuel Valero Gómez cuando afrontó Nueva poesía alicantina (2000-2015), que se presenta hoy, a las 19.30 horas, en las Casa Bardín .

No sería correcto denominar esta publicación, editada por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, como una antología. «Toda antología es un error», asegura el coordinador de este «muestrario de precisamente aquello que anuncia su título: Nueva poesía alicantina». Se trata más bien, de «un repaso de la poesía escrita en castellano a lo largo y ancho de nuestra provincia durante esos primeros quince años de nuevo siglo», que Valero define como «el ajedrez asolado» y que «no se diferencia del panorama poético a nivel nacional».

Son once los poetas seleccionados, incluido el coordinador. De diferentes generaciones, unos nacidos en los 70 y otros en los 90. Unos consagrados, con abundantes premios a sus espaldas, como Joaquín Juan Penalva, Luis Bagué, María Paz Moreno o el propio Manuel Valero. Otros que empiezan a levantar su voz con fuerza, como el transgresor Ricardo Moreno o Carmen Thomàs, cuya poesía está aún inédita. Hasta hoy. Algunos trazan un camino a explorar, como Alicia G., con su poesía visual, y otros como Álvaro Giménez y Luisa Pastor se mueven también en el camino de la pedagogía poética. Completan el listado Carmen Juan, Álvaro Giménez García y José Manuel Sanrodri.

«La poesía es un circuito pequeño», asegura este investigador de la literatura alicantina que en 2013 ya escribió El tiempo de los héroes. Cuatro poetas alicantinos, además de varios estudios sobre Gil-Albert. «No han cambiado tanto las cosas en 50 0 60 años, en cuanto a las relaciones y las maneras de actuar, quizás con menos época y menos romanticismo, pero en la práctica la esencia es la misma». No obstante, «lo que sí echo en falta» es «cierta complicidad o carácter animoso o grupal por ser gente de la misma provincia, que es el mal endémico por aquello de la competencia y el individualismo».

De ahí el sentido de este libro, que pretende «destacar» a estos poetas y que los conozcamos más. «Si sirve además para que nos conozcamos todos y crezca un círculo de amistad de una forma más conjunta, dejando de lado aquello que contamina la poesía, como la publicidad, las editoriales o las ventas, sería bastante gustoso».

«Si bien comparando con otras provincias la actividad cultural de Alicante tiene presencia, sin embargo, sería deseable que hubiera más unión. Desde cosas tan nimias como que un autor hable de otro en un acto público a las típicas reseñas o recordatorios, como hacían en la posguerra».

El carácter transgeneracional, la incidencia de la poesía femenina y la mezcla entre poetas reconocidos y otros de carácter incipiente son líneas maestras de este panorama lírico recogido en el libro, con el que Valero pretende «brindar un homenaje a esas antologías y ediciones que realizó la generación poética de la posguerra, la que hicieron Vicente Ramos o Manuel Molina; un recuerdo a toda la literatura de posguerra porque gracias a esas publicaciones conocemos la literatura más o menos contemporánea».

De cada autor se han incluido varias poesías, elegidas por ellos mismos, además de completar la información de cada uno de ellos con una biografía al final del libro. A modo de introducción, el coordinador del volumen publica un texto sobre la justificación del trabajo y la radiografía poética.

Manuel Valero, profesor de la Universidad de Valencia y poeta con varios premios, estará acompañado hoy durante la presentación por la subdirectora de Documentación del IAC Gil-Albert, Cristina Llorens, así como por los poetas María Paz Moreno, Joaquín Juan Penalva, José Manuel Sanrodri y Carmen Juan.