Conozcamos a Emilio Varela (1887-1951). Al pintor y a la persona. Al artista y al ser humano. Recorramos El laberinto luminoso que conforma su trayectoria. Sus paisajes, sus colores, sus retratos. Pero también qué le llevaba a pintar esos paisajes, a utilizar esos colores, a plasmar esos retratos. Un artista del siglo XX visto a través del prisma y las tecnologías del siglo XXI. El Museo de Bellas Artes Gravina de la Diputación de Alicante apuesta por una de las figuras más representativas del arte alicantino y le pega una vuelta para celebrar el 130 aniversario de su nacimiento, pero también para dar paso a un proyecto global durante cinco años.

La primera parada será esa gran exposición, de la que el periodista e historiador del Arte Jordi Navas es comisario, con el respaldo del Consorcio de Museos, que se instalará en la segunda planta del Mubag en la última quincena de noviembre, en torno a la fecha del nacimiento del artista. Serán 89 obras las que conformen El laberinto luminoso de Emilio Varela, en la que supone una unión de fuerzas de diferentes entidades y particulares. Un total de 31 obras de los fondos de la Diputación, 26 del Banco Sabadell, 14 de la Fundación Caja Mediterráneo propiedad de la familia Ríos-Vila que las tiene depositadas en este organismo, 6 del Ayuntamiento de Alicante, 4 de la colección de la familia Sánchez Mateo, 3 de la Fundación Frax, 3 autorretratos de la familia Ríos-Vila y dos obras procedentes del Centro de Arte Reina Sofía.

Pero no se trata tanto del número de obras que se exhiban sino del proyecto del que van a formar parte, ya que todas estas cesiones, incluida la del museo madrileño, se realizan por un periodo de cinco años, «una idea muy ambiciosa, porque te da capacidad para trabajar un tiempo de forma estable para que haya una continuidad que permita que Varela tenga presencia», asegura la directora del Mubag, Joserre Pérezgil.

De hecho, una cosa es esta amplia exposición, que se podrá ver más de cinco meses en Alicante, y que luego irá a Valencia y Castellón para continuar su itinerancia por otras ciudades, y otra una visión más a largo plazo con pequeñas muestras monográficas o centradas en aspectos determinados del artista, además de conferencias, estudios y otras actividades que servirán para acercar su figura y su pintura a los ciudadanos.

«La idea de partida es revisar la figura de Varela, que siempre ha estado envuelta en cierto localismo», destaca Jordi Navas. «Se trata de sacarle del estudio académico, canónico, de la idea de progreso del trabajo artístico y abordarlo desde la subjetividad artística, su relación con el color, su conexión con grandes maestros internacionales... vamos a revisar conceptos, a proponer líneas nuevas de investigación». El objetivo, ofrecer un recorrido por el interior de su mente, «cómo sufre, sus traumas, sus sensaciones, para abordar su vivencia interior».

Recuerda el comisario que ya hubo una gran exposición sobre Varela en la Lonja en 2010, «que reunió mucha obra y eso ha condicionado el enfoque de esta muestra porque no se trata de mostrar mucha obra, de hacer una antológica, sino de abrir nuevas líneas».

Y ahí entra la mirada a este siglo XXI desde la perspectiva de un artista del XX. «Queremos salir del catálogo convencional y trabajar en un proyecto transmedia, con nuevas narrativas dirigidas a nuevos públicos». Así, se crearán unas rutas varelianas por lugares de la ciudad y la provincia; se marcarán los puntos de vista del artista para traer la obra al lugar donde se realizó y se creará una experiencia inmersiva que permita al visitante de la exposición sumergirse en una obra del artista, además de una visita virtual, «viviendo su paisaje, conociendo su forma de pintar, entendiendo sus procesos creativos».

Para el comisario, «Varela fue un creador limitado por las circunstancias históricas, por el sistema y por su propia personalidad introvertida, pero que supo hacer su camino a pesar de la adversidad». En su opinión, «la clave de su vida y de su arte residen en una fe inquebrantable en el poder de la pintura como camino y meta».

Por eso, asegura, El laberinto luminoso es una exposición «muy pensada para la gente» y para convertir a Varela «en el eje de algo más e invitar a la gente a que se enganche al universo o pluriverso, mejor dicho, de este artista».

«Esta exposición -afirma Pérezgil- es la punta del iceberg; no queremos que pase esta fecha del 130 aniversario y que vuelva a quedarse en una sala estable sin iniciativas, queremos que sea el avión que nos hace despegar pero el proyecto es mucho más ambicioso».