Joaquín Cortés ha estado sin bailar tres años en España y vuelve ahora con un nuevo espectáculo, Esencia. Está contento de estar en su país pero dolido con lo difícil que es «todo lo cultural». «Tendría que haberme ido fuera; me tratarían mejor. No lo entiendo, es todo surrealista», se queja. «La cultura es la hija pobre. ¿Por qué tanta gente como yo, que llenamos sitios de 10.000 asientos, luego España no tiene para pagarles No quiero ser el malo de la película pero aquí solo interesa el fútbol, Ronaldo y Messi», asegura el artista en una entrevista. Estrenó en Barcelona a principios de mayo su nuevo espectáculo, quizá el más íntimo de los que ha producido, y actúa desde el día 8, hasta el 25, en el Teatro Rialto de Madrid, con un elenco de 40 artistas, entre ellos una docena larga de músicos.

La pieza, de una hora y cuarenta minutos, sigue en su línea de fusión del flamenco y la danza contemporánea y cuenta su historia, la de un niño de 12 años que quería ser bailaor para imitar a su tío y héroe, Cristóbal Reyes.