«... como si por milagro se librase un cautivo de las mazmorras de Tetuán». Lo escribió Cervantes en su entremés El juez de los divorcios y no fue la única vez en la que mencionó esta temida prisión. También lo hizo en El Quijote, además de hablar de esta ciudad marroquí en Los tratos de Argel, La gran sultana y La ilustre fregona. No siguiendo sus pasos, pero sí con el peso que conlleva que el grande de la literatura española hablase de ellas en sus libros, el grupo de investigación de la Universidad de Alicante Aedificatio ha vuelto de Tetuán donde ha realizado un proyecto para la recuperación de sus mazmorras, empleadas como prisión de los cautivos cristianos desde finales del siglo XV, y de la Casa Ben Marzuk de la Medina de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

No está claro si allí pasó algún periodo de cautiverio Cervantes, lo que sí es historia es que cuando fue apresado y confinado cinco años en Argel, entre 1575 y 1580, allí tuvo contacto con algunos encarcelados que le hablaron de la dureza de las mazmorras de Tetuán. Varios siglos después, este equipo integrado por expertos de las universidades de Alicante (Antonio Jiménez, director de Aedificatio, y Ramón Orts), Tetuán (Muhammad Benaboud), Granada (Bernardino Líndez), Politécnico de Milán (Lorenzo Jurina, Paola Travaglio y Carlo Manfredi), una profesora del IES Leonardo Da Vinci (Loida Moya), diez estudiantes de la UA y cuatro bomberos del SPEIS de la Diputación (Iñaki Sáez, Francisco Catalán, José Montero y José Ignacio López), se ha puesto manos a la obra para conservar este patrimonio y, lo que es casi más importante, enseñar las técnicas que deben usar los equipos locales para frenar el deterioro.

Durante el desarrollo de estos trabajos, con un coste de 20.000 euros, se ha realizado un croquis acotado que permite establecer la superficie y dimensionar esta construcción, y se ha encontrado una nueva entrada a las mazmoras, el sexto acceso registrado. «Es la primera vez que se miden -asegura Iñaki Sáez-; tienen unos 150 metros cuadrados, aunque las crónicas recogen que hay hasta seis grupos de mazmorras y este es solo uno de ellos».

De hecho, León el Africano llega a citar que las mazmorras albergaron hasta 3.000 esclavos, «y en las que nosotros hemos visitado seguro que no cabían». Otra de las aportaciones que ha realizado el equipo es la nueva entrada, «que hemos situado bajo el suelo de un riad, próximo a la calle Metamar», para lo cual han sido fundamentales las técnicas de espeleología y arqueología vertical.

Pero el estado de conservación no es el más óptimo. Las filtraciones, debido a la rotura de tuberías en las obras acometidas en la ciudad, están provocando estragos en la construcción y derrumbamientos, «afectando claramente al sistema estructural de las cúpulas 1 y 2, la zona más alta de las mazmorras».

También han contribuido a la recuperación de la Casa Ben Marzuk, de titularidad municipal, para la que Aedificatio propuso que se convierta en centro de interpretación de la Medina. Este edificio «presenta graves problemas estructurales, con grietas, vuelcos y abombamientos en los muros», por lo que se han realizado «apuntalamientos de emergencia que puedan servirles de referencia para que ellos mismos sean capaces de seguir reproduciéndolos».

La importancia histórica de este entorno está en que es algo único. «Se trata de una mazmorra y una iglesia cristiana debajo de una medina árabe y eso es algo que no se encuentra en otro sitio», apunta Sáez. Su primera incursión en este patrimonio fue en 2009, durante un viaje en moto por Marruecos. «Benaboud nos llevó a ver unos restos arqueológicos debajo de la Medina y vimos que eran las mazmorras y había una cúpula de una iglesia portuguesa del siglo XVI». Por eso, «el interés patrimonial de las mazmorras debe ser incuestionable, ya que representa la memoria histórica de la Medina de Tetuán, la relación entre árabes y cristianos, el mercado de esclavos, algo que el propio Cervantes detalla en algunas de sus obras».

Con este proyecto se han conseguido cubrir tres aspectos: el histórico-patrimonial, el científico-arqueológico y, muy importante, el académico-docente. «Entendemos que es una oportunidad única para los alumnos de romper los arquetipos y prejuicios respecto al mundo árabe».