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El renacer de las librerías

La provincia acoge en los últimos años nuevas aperturas de estos comercios, que se convierten en centros culturales con actividad continua

Felip Pineda y Cristóbal Cabeza levantan la persiana de Detroit Llibres, en Alcoy desde marzo. A la derecha, librería de segunda mano en Alicante, Re-Read. juani ruz/ adriÁn sanso

Por el olor, por las anotaciones al margen, por saber las páginas que quedan, por las portadas o por puro romanticismo, el libro en papel mantiene el tipo diez años después de que irrumpiera el formato electrónico y muchos lo enterraran antes de morir. Y con él vivo, también reviven las librerías. Sólo en la ciudad de Alicante, en los últimos dos años ha nacido Pynchon&Co, refugio de novedades y rarezas, y tres librerías de segunda mano: Celuloide&Co, Terraferma y la franquicia Re-Read, abierta el pasado mes de diciembre, aunque la más reciente es Detroit Llibres, inaugurada el 25 de marzo en la calle Oliver de Alcoy.

La competencia de Amazon o el tiempo dedicado a las series, redes sociales o videojuegos son las últimas amenazas que planean sobre la lectura y las librerías, que sin embargo se vuelven cada vez más acogedoras, amplían horarios y albergan en su interior desde conciertos hasta recitales poéticos, magia o exposiciones.

La producción de libros en España subió un 8% en 2016 y en la Comunidad Valenciana un 24%, según el avance del estudio Panorámica de la Edición Española de Libros del Ministerio de Cultura, que indica que los libros en papel suponen el 71% del total y la edición electrónica el 29%. Y el último barómetro del CIS insiste en que el 78,6% de los españoles que leen opta por el libro impreso.

Con estos datos, el presidente del Gremio de Libreros Independientes de las Comarcas de Alicante, Vicente Pina, lo tiene claro: «El furo del libro está en el papel. Hasta Amazon, que se ha apropiado de la buena imagen de los libreros, ha empezado ya a abrir librerías físicas en EE UU, porque sabe que el lector de libros prefiere el papel», apunta el responsable del gremio, creado en 2011 con 18 asociados que se mantiene con la misma cifra hoy, mientras la asociación de libreros-papeleros cuenta con unos 40 negocios en la provincia.

La última en llegar ha sido Detroit Llibres («Si Detroit té una avinguda amb el nom d'Alcoi, per què Alcoi no hauria de tindre una llibreria que es diguera Detroit?», reza su leyenda), abierta por Felip Pineda (periodista y gestor cultural) y Cristóbal Cabeza (traductor y profesor) tras preguntarse una y otra vez si estaban seguros de lo que hacían, sobre todo tras el cierre reciente de otra librería en esta ciudad: «Todo el mundo nos decía que abrirla era una locura, ¿pero qué negocio no lo es hoy? Pocos sectores lo tienen fácil y siempre es un riesgo, pero yo vengo de trabajos precarios y esta es una manera de intentarlo en algo que me gusta», apunta Felip, cuyo entusiasmo no le impide reconocer que «el libro está en territorio poco firme pero también se está produciendo un relevo en las librerías. Se cierran algunas pero se abren otras, diferentes, y pensamos que en Alcoy cabe una librería más, atenta a las editoriales independientes, a la literatura pequeña, a autores locales, en valenciano... y que sea un sitio donde pasen cosas, con mucha actividad».

Ese «que pasen cosas», que haya agitación cultural y encuentros con otras diciplinas, además de presentaciones de libros, es vital en las librerías actuales. Eso lo sabe bien Pynchon&Co, que hace dos años y medio se instaló en la calle Quintana de Alicante con títulos más selectivos y hoy ofrece un catálogo de 12.000 libros pero también sofás , piano, posibilidad de tomarse un café y pinturas que se alternan en sus paredes.

«Hemos hecho clubs de lectura, talleres de escritura, grupos de poesía con colegios, presentaciones con música en directo, exposiciones... No había un espacio así en Alicante y dar cabida a esas inquietudes ha sido una gratificación enorme», apunta su propietario, Manuel Asín, que admite que ser librero hoy «es un riesgo bestial porque tengo en stock miles de libros -esto no es una papelería donde el material no caduca; los libros tardan en venderse-, la piratería fusila muchos libros en Internet, y mucha gente sigue pensando que las grandes superficies tienen precios más baratos».

Pero el gigante de Amazon, su principal amenaza por tener los libros a un solo clic, también ha obligado a las librerías a ponerse las pilas, «antes tardabas un mes en recibir un pedido y ahora lo tienes en 24/48 horas», señala Asín, que cree que la supervivencia pasa por incorporar prácticas mejores, ofrecer lo que no presta el comercio electrónico y formarse un criterio propio: «El reto es complejo porque cada día se publican más de cien libros y es fácil despistarse, pero la librería con un librero siempre es una vía de libertad. El trato, el servicio, saber de libros y entrar en el circuito mental de la gente es fundamental».

La idea la comparte Fernando Linde, 40 años de librero y 33 detrás del mostrador de 80 Mundos con 25.000 títulos, que apunta que el punto fuerte de cualquier templo del libro que se precie es «la atención personal, la conversación, la recomendación del librero, que es lo que ayuda a que la gente siga confiando en ti» y donde la veteranía es un grado.

Linde ha visto cómo cerraban librerías y abrían otras, cómo se instalaban las grandes superficies, aparecían nuevos formatos y otros retos: «Lo hemos superado todo y cada cosa quita un pellizco, pero seguimos luchando». Respecto a la gente que sigue sin leer un libro en su vida, el librero resta importancia a esas encuestas. «¿Antes se leía más que ahora? Tampoco. Había más analfabetismo y me alegra ver a los jóvenes buscar las lecturas que buscaba yo hace 40 años».

También las grandes superficies han tenido que reinventarse. La Casa del Libro abrió hace una década apostando por otros productos en la librería «para capear el temporal y hoy casi no quedan artículos que no sean libros y llevamos cinco años creciendo en ventas», indica Tomás García, que apunta que cada mes hay ocho actividades de media, desde cuentacuentos a yoga infantil, además de campañas específicas. Del libro electrónico confirma un crecimiento negativo en los últimos años y apunta que este «no ha sido devorada por los jóvenes, sino copada por gente mayor».

Por razones económicas, los jóvenes son el público mayoritario de las librerías de segunda mano. La última, Re-Read en la calle del Teatro, aún no se cree las cifras del primer trimestre: 13.132 libros vendidos (a 3, 5 y 10? el libro) y 15.764 comprados (a 0,20 euros). «Ha sido una sorpresa, estamos muy sorprendidos por la acogida y la cantidad de gente joven que viene y que sigue leyendo en papel», apunta Paco Martínez en un local que antes fue una peluquería canina y que hoy es una agradable tienda de reciclaje de libros -fundamentalmente novelas de los últimos diez años, para un segundo uso.

Celuloide &Co, abierta hace un año, y Terraferma, en 2014, combinan los libros usados con películas, discos cómics o cromos antiguos. «Al cliente le gusta ir a un sitio agradable, estar horas ojeando a ver si descubre alguna joya y el secreto es hacerte una buena clientela y un buen material», indica Pablo Ramón, de la primera.

Carlos Quílez, de Terraferma, apunta que su espacio lo frecuentan coleccionistas pero también público general que busca productos buenos a precios asequibles y muchos universitarios. Atraído desde niño por el libro usado, ha descubierto en ellos muchas dedicatorias y anotaciones ajenas «me gusta la energía y la historia que hay detrás del libro». Algo que en un kindle es imposible.

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