La actriz y productora californiana Jessica Chastain, dos veces nominada al Óscar, planta cara a la industria armamentística estadounidense en El caso Sloane, un filme que denuncia «la corrupción» del Gobierno americano y cómo «el dinero controla la elaboración de las leyes». «La Cámara de Representantes no representa a la gente sino a los que financian sus campañas y es importante que los americanos sepan eso», denunció la actriz ayer en Madrid.

La película, que se estrena en España el 19 de mayo, no podía ser más oportuna. El viernes pasado el presidente de EE UU Donald Trump dio un discurso ante la Asociación Nacional del Rifle en el que prometió al mayor grupo de presión a favor de las armas del país que defenderá sus intereses y que tendrán «un amigo» en la Casa Blanca. «No me sorprendió», señala Chastain (Sacramento, California, 1977), «porque el lobby armamentístico financió la campaña de Trump y justo de eso habla la película, las personas con más dinero son quienes acaban controlando las leyes y las corporaciones multimillonarias tienen más poder que los individuos a quienes afecta esa legislación».

En El caso Sloane, dirigida por John Madden ( Shakespeaere in love, El exótico hotel Marigold), Chastain interpreta a una eficaz y ambiciosa representante de lobbys capaz de forzar los límites legales y éticos para conseguir sus propósitos, pero que cuando la industria armamentística decide contratar sus servicios se pasa al bando contrario.

Desde que saltó a la fama en 2011 con el estreno de títulos como El árbol de la vida, Criadas y señoras o Take Shelter, Chastain ha aprovechado el éxito para hacer bandera por la igualdad, especialmente en temas relacionados con la mujer.

El año pasado creó su propia productora, Freckle Films, y se alió con otros rostros conocidos como Juliette Binoche, Freida Pinto o el director Hany Abu-Assad en la campaña We do it togehter, cuya finalidad es producir películas inspiradoras hechas por mujeres y que hablen de mujeres. «No se trata de hacer papeles protagonistas o no, la clave para mi es que sean personajes con su propio conflicto y desarrollo, que no estén ahí simplemente para servir al protagonista masculino», explica la actriz, y cita como ejemplo su trabajo en El año más violento (2014) de J.C. Chandor.

«No era el personaje central, pero sí era muy dinámico y tenía su propia historia, podrías sacarla de la película y hacer otra sobre ella, lo que por otro lado sería increíble», asegura la protagonista de La noche más oscura (2012).

Aunque Chastain tuvo unos comienzos complicados, y pasó muchos años presentándose sin éxito a frustrantes audiciones, en los últimos seis años se ha convertido en una actriz imprescindible.

Un mes después de El caso Sloane, se estrenará en España La casa de la esperanza, la historia de una pareja que trabajaba en el zoo de Varsovia y que consiguió salvar a cientos de judíos tras la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial.

Tiene en cartera al menos otros seis proyectos, entre ellos el próximo filme del canadiense Xavier Dolan, o Molly's game, debut en la dirección del guionista Aaron Sorkin ( El ala oeste de la Casa Blanca, The newsroom). «En el pasado era frecuente que los personajes femeninos estuvieran sometidos al masculino, pero afortunadamente eso está cambiando», dice, convencida de que esa idea de que los papeles de mujer son distintos a los de los hombres es «un mito». «Las mujeres pueden ser fuertes, inteligentes, persistentes y ambiciosas, del mismo modo que los hombres pueden ser sensibles, emocionales y compasivos», subraya.