La corrida del Domingo de Resurrección es la más importante de la temporada en Sevilla, con un llenazo absoluto en la Maestranza, gente venida de todas las latitudes y los reventas que han hecho su agosto en abril.

La tarde calurosa típica del cielo entoldado, pero agradable a la sombra, y en la boca de los aficionados el grato recuerdo que dejó Manzanares en su última actuación en la pasada Feria de San Miguel.

Antes del comienzo se aplaudió la aparición de la infanta Elena en el tendido y se guardó un minuto de silencio en recuerdo del torero Manolo Cortés y del niño Adrián Hinojosa. Tras esto, la Banda del maestro Tejera estuvo tocando diez minutos para dar tiempo a que se despejaran los vomitorios y se pudiera sentar el personal.

José María Manzanares, de nazareno y oro enlutado por el niño Adrián, actuó en segundo lugar y paró de capa a su primero ganándole terreno en el tercio. El quite por chicuelo fue emocionante al enroscarse con el toro muy ceñido y con garbo en su turno de réplica.

Intentó la faena en los medios sobre la mano derecha a un toro que lo mismo se quedaba parado que embestía de modo descompuesto y dando sacudidas. No hubo toro por lo que el trasteo no pasó de voluntarioso y lo mató de una estocada soberbia. Palmas.

El quinto de la tarde salió con pies y daba la impresión de que tenía movilidad, pero a la salida del caballo perdió las manos y mostró una embestida con la cara alta. Inició el trasteo del mismo modo que en su primero, aunque en esta ocasión el toro al menos tenía prontitud. La faena fue subiendo de intensidad hasta que sonó la música y Manzanares se cambió la muleta a la izquierda. Tras pinchar, se perfiló en la suerte natural logrando media estocada y recibió un aviso post mortem.

Rompió plaza Morante de la Puebla, quien el año pasado cortó dos orejas, y toreó bien a la verónica y estuvo templado con la muleta. Silencio con algunas protestas.

El segundo de su lote era hijo de Arrojado, el que indultó Manzanares, y todas las esperanzas se disiparon en cuanto salió de chiqueros mostrando sus feas hechuras y su falta clamorosa de fuerza. Intentó Morante aliviar su embestida por arriba al hilo de las tablas, destacando una tanda con la izquierda de mucho temple y pureza, pero el toro era un marmolillo. Estocada y mal con el verduguillo. Aplausos.

Cerraba el cartel el peruano Roca Rey, que no perdona, y provocó un duelo con el de Alicante y abrió la competencia con el de La Puebla, reto del que salió ganando la fiesta.

Cuando llegó su turno se encontró con un toro que no podía ni con su alma desde el tercio de banderillas y, tratando de agradar, se pasó de faena anodina. Estocada y ovación.

Los toros de Núñez del Cuvillo fueron desiguales de presentación y pecaron de estar pasados de kilos, flojos, secos de casta, quedaron inéditos en varas y resultaron inservibles para la lidia. El primero además fue manso y el cuarto pitado en el arrastre.

En las cuadrillas destacaron Pedro Morales «Chocolate» y Rafael Rosa ovacionados por el entendido público sevillano.