A Alan Sokal le gustan las bromas y, sobre todo, las que ridiculizan sin piedad la ignorancia reinante en un mundo inundado por la pseudociencia, el fanatismo religioso y las mentiras de tantos políticos que manipulan a su antojo a los adormecidos ciudadanos. «La verdad no es más que la adecuación de la afirmación a la realidad», resume sin dudarlo el famoso matemático y físico estadounidense que a mediados de la década de 1990 provocó un seísmo al conseguir «colar» un ininteligible artículo en una prestigiosa revista científica. «Era una parodia» dirigida a demostrar que grandes popes posmodernistas principalmente franceses hablaban con gran solemnidad de ciencias naturales sin conocimiento de causa, explica en Madrid adonde ha venido invitado por la Fundación Ramón Areces y la Real Sociedad Española de Física para dar una charla titulada «¿Qué es la ciencia y por qué debemos cuidarla?».

Señor Sokal: Usted ha dicho que los economistas de la escuela de Chicago provocan peores males que Lacan y todo el posmodernismo. ¿Quiénes son los personajes más peligrosos de hoy?

Lo he dicho, pero hoy en día me parecen más peligrosos los políticos mentirosos que hay en todo el mundo y los creyentes fundamentalistas de todas las religiones. Hay muchas ideas más peligrosas ahí afuera que el posmodernismo.

Usted ha venido a hablar de la ciencia. ¿Qué vigencia tiene hoy el relativismo epistémico, fruto de la posmodernidad, que usted tanto critica?

Es difícil de decir porque ese posmodernismo varía mucho según las áreas de la universidad a las que se refiera e incluso según los países. Las ideas posmodernistas que tanto critico tienen ahora menos vigencia que hace 20 años y son menos peligrosas que otras corrientes anticientíficas.

¿A qué otras corrientes se refiere?

El posmodernismo académico en el fondo no repercute tanto en la sociedad, lo que hace es anular la posibilidad de resistencia de parte de los intelectuales, sobre todo, de izquierdas. Es más peligrosa la pseudociencia que se centra en las terapias alternativas de la medicina, como la homeopatía, o la religión y su enseñanza, por ejemplo, de la evolución biológica. La pseudociencia y la religión ponen en riesgo al hombre. Pero el mayor peligro, insisto, es el de las ideas de los propagandistas y políticos que las lanzan sin preocuparse por saber si es verdad o mentira lo que dicen. Solo quieren vender una política cómoda usando cualquier argumento por muy mentira que sea.

La posverdad, los hechos alternativos y las mentiras de Trump andan por ahí.

Ahí están los engaños de Bush y Blair cuando con Aznar iniciaron la guerra de Irak. Estoy seguro de que esta posverdad nos dará muchos más ejemplos durante los próximos años tal y como están las cosas.

¿Cómo valora, desde su condición de ateo, la crítica al relativismo expuesta por el Papa Benedicto XVI?

No conozco bien su crítica pero entiendo muy bien que un creyente católico no sea relativista porque es lo natural. Un científico tampoco lo puede ser. Coincidimos en la crítica tal vez por las mismas razones pero en lo que nos diferenciamos es en los métodos que se deben de seguir para lograr el conocimiento de la verdad sobre todo tipo de cuestiones.

Defina por favor la verdad.

La adecuación de la afirmación a la realidad. No es un concepto filosófico muy sofisticado.

¿Por qué llegan al poder populismos de izquierda como el de Daniel Ortega en Nicaragua, donde usted fue profesor de matemáticas voluntario o el de Chaves y Maduro en Venezuela mientras que en su país, Estados Unidos, lo hace el populismo de derechas de Donald Trump?

No soy un experto ni en Nicaragua, donde fui profesor voluntario durante cuatro meses y medio a lo largo de tres años, ni en Venezuela. Sé que hay gente desencantada con el sandinismo porque ven gestos caudillistas y de corrupción preocupantes en el Gobierno de Ortega. Lo que sucede en mi país y en otros lugares de Europa es que los partidos que defendían antes a las clases trabajadoras, los socialdemócratas europeos y los demócratas estadounidenses, evolucionaron de tal forma que lo que defienden ahora es a la clase media alta con ideas liberales. Son partidos de izquierdas en lo social pero no en lo económico.

Y la clase trabajadora se siente traicionada, ¿no?

Exacto. Traicionada y huérfana. Además hay votantes de esos partidos que no comulgan con ideas liberales como el derecho al matrimonio entre gais o los derechos de los inmigrantes y eso ha abierto las puertas de par en par a los populismos de derecha no solo en Estados Unidos, sino también en países como Francia, Hungría, Holanda o Polonia. El éxito del Brexit se puede analizar también desde esta óptica. De todas formas, lo de Trump fue toda una sorpresa.

¿También para usted?

Sí. Yo paso más tiempo ahora en Londres que en Estados Unidos y el día de las elecciones de Estados Unidos me acosté a la una de la mañana pensando que iba a ganar Clinton. A las tres me desperté sobresaltado por una pesadilla: que ganaba Trump. Miré el ordenador y me di cuenta de que la pesadilla se había hecho realidad.

¿Se sorprendió también con el resultado del Brexit?

Sí, pero en menor medida porque las encuestas auguraban un resultado más parejo entre los partidarios y los detractores del Brexit.

Pero las encuestas fallaron en ambos casos?

Es cierto. A veces me meto a ver las casas de juego on-line que hacen este tipo de apuestas. Algunos economistas piensan que son más fiables que las encuestas porque reflejan los juicios verdaderos de los que apuestan e invierten su dinero. No obstante, estas casas de juego también fallaron tanto en las elecciones de Estados Unidos como con el Brexit.

¿Cómo está influyendo el nuevo movimiento de las redes sociales respecto del periodismo tradicional para informar y a abrir los ojos a la gente de la realidad que nos rodea?

Ni sé de periodismo ni mucho menos de redes sociales porque no las uso pero la propaganda está ahí y es alarmante la desinformación que impera entre los ciudadanos.

Ya con más perspectiva, ¿qué nos ha aportado la posmodernidad?

Poco porque lo que ha tratado es de sustituir la herencia racionalista de la Ilustración por teorías sin base empírica y por una ciencia que no pasa de ser considerada una narración y a veces sin sentido.

Ha demostrado usted, un físico y matemático norteamericano, tener valor al atreverse a discutir cuestiones filosóficas con destacados intelectuales franceses. ¿No habrá pecado usted de cierta osadía?

No lo creo. Las ideas no se deben de evaluar según los títulos académicos de quien las defiende sino en base a argumentos empíricos y lógicos. Yo no critiqué a grandes filósofos por aventurarse a pontificar sobre matemáticas o física sin tener títulos académicos en esas materias. Tienen todo el derecho a hacerlo pero yo también tengo el derecho a decir que lo que escribieron son auténticas estupideces. A mí también se me puede criticar si escribo sandeces acerca de diferentes teorías filosóficas.

¿Qué críticas recibió de Más allá de las imposturas intelectuales , escrita al alimón con Bricmont?

Es curioso porque muchos físicos lo criticaron mientras que los filósofos lo aplaudieron y aprobaron nuestros razonamientos.

¿Cómo andamos hoy de imposturas intelectuales en relación a veinte años atrás, cuando usted consiguió engañar a la revista Social Text para que publicara su parodia titulada «Transgredir los límites» con la finalidad de desacreditar a intelectuales posmodernos tan destacados como Lacan, Baudrillard, Deluze , Kristeva o Derrida?

Probablemente, después de nuestro trabajo, los intelectuales criticados se hayan abstenido de volver a decir estupideces y los nuevos sean más cautos para no cometer los mismos pecados. Animo a otros a hacer un trabajo similar. Me llegan muchos correos de gente que se cree experta en perseguir las imposturas intelectuales de arquitectos, historiadores o cualquier otra rama del conocimiento.

Hawking termina su Historia del tiempo diciendo que si encontrásemos una respuesta de cómo es el universo entonces conoceríamos el pensamiento de Dios.

Supongo que es una frase con la que ha pretendido vender más libros, sobre todo, en Estados Unidos. A Hawking le habría valido más callarse que hablar de Dios porque conocer las leyes finales de la naturaleza, si fuese posible, no tiene nada que ver con las religiones tradicionales. Ha confundido las cosas.