El caso de Pompeya era casi único. Al menos hasta ahora. La aparición de grafitis, es decir, de escritura en paredes, no es habitual a la hora de realizar excavaciones porque los derrumbes acaban con su rastro. Sin embargo, los trabajos que dirige el profesor de la Universidad de Alicante Jaime Molina en la Alcudia han sacado a la luz un bloque de muro en el que aparecen varios grafitos, unos escritos en carboncillo y otros en tinta.

Este hallazgo se ha producido al finalizar el periodo de excavaciones que durante un mes ha realizado este equipo en la zona de las termas de esta ciudad ilicitana y ha puesto el broche de oro a un interesante trabajo por la excepcionalidad del hallazgo, que se ha datado en la segunda mitad del siglo I después de Cristo, coincidiendo con la época de Nerón.

A ello se une la aparición de parte de un mosaico en una zona que se pensaba que era el final de las termas y que, sin embargo, ha redimensionado esta construcción con la aparición de nuevas salas que hacen crecer en importancia y en riqueza este enclave.

La aparición del muro con grafitos «es lo más importante que hemos encontrado», destaca Molina, «porque lo normal es que se destruyan, pero al tener una pared encima y convertirse luego en calle en los siglos IV y V pues se ha protegido». El hallazgo se produjo mientras buscaban todos los niveles de la calle en la entrada a las termas para datarlos y documentarlos, «y al levantar un suelo que estaba endurecido lo vimos».

Las palabras que aparecen están escritas en latín y la mayoría son nombres. «Algunos se distinguen pero otros tardaremos más en descifrarlos», afirma el arqueólogo sobre este fragmento de 60 o 70 centímetros de ancho y 40 de alto que ha podido recuperarse. El restaurador de la Alcudia ya ha actuado sobre esas inscripciones para que no se deterioren y se ha vuelto a tapar a la espera de que se pueda sacar para llevarlo al museo. «Es una pequeña joya».

Otro de los hallazgos destacados de esta campaña ha sido la aparición de un mosaico, que parece dibujar unas llamas, del que se conservan unos dos o tres metros cuadrados, «el resto está roto». La importancia de estos restos estriba no tanto en el mosaico como en lo que significan para el conjunto de las termas. «En realidad hemos sacado unas termas nuevas, se han redimensionado», apunta Jaime Molina.

«Se habían encontrado unos baños muy pequeños y ahora hemos descubierto una sala fría muy grande con mármol y una sala grande con mosaico, que es acorde al tamaño de la piscina, que es de las más grandes de España. Es decir, que hemos encontrado el complejo termal que va con la natatio».

El mosaico apoyaba sobre una cámara de aire con columnas que sostenían el suelo donde está el mosaico, «por la que se distribuía el aire caliente de los hornos, que deben estar por debajo; el calor iba por la sala flotante y calentaba el suelo y las paredes, era como una sauna».

Estos hallazgos, destaca el arqueólogo, permiten asegurar que las termas «eran mucho más grandes de lo que se pensaba; ahora hemos excavado dos salas y creemos que habrá otras dos más seguro porque es un circuito. Pensábamos que ahí acababan las termas, pero son mucho más grandes y también mucho más lujosas».