El pastel como técnica para tocar el arte, para pintar directamente con los dedos; el grabado como una válvula de escape hacia lo contemporáneo y la escultura como un encuentro sin búsqueda, como base de inspiración. En estos tres ejes se desarrolla el arte de Carlos Peñalver (Orihuela, 1949) que hoy, a las 20 horas, inaugura la exposición El pastel, el grabado y los encuentros en el Club INFORMACIÓN.

Un total de 28 pasteles, 14 grabados, 5 esculturas y una escultura poema conforman esta muestra que el artista define como «casi una retrospectiva», ya que abarca obras desde 1996 hasta la actualidad.

Peñalver, que pintó en los estudios de Ruiz Morante, Gastón Castelló y José Gálvez, defiende el pastel como una técnica que han utilizado algunos de los grandes maestros, «desde Leonardo da Vinci a Picasso», asegura. Y con esta técnica se recrea en los paisajes, su motivo favorito, eso sí, con árboles. «El árbol ayuda a vertebrar la composición del cuadro, es como la formación ósea, lo que le da fortaleza», destaca el artista. «El pastel es una técnica muy agradable porque es como si saliera de los dedos, los dedos se convierten en pincel».

En el grabado se inició en 2005, con José María del Valle, y con él descubrió «una manera más libre de la expresión artística». La escultura, afirma, «es algo más personal, es el fruto del encuentro de las ideas, de la sensibilidad».

Peñalver ha realizado varias exposiciones tanto individuales como colectivas.