Tuvo que esconderse y trabajar por las noches, sin ser visto. La Guerra de la Independencia agitaba España desde 1808 y en 1810 Goya decidió que había que dejar testimonio del horror. Durante diez años, el artista de Fuendetodos trabajó en lo que finalmente sería la serie Los desastres de la guerra. Demasiado terror y demasiada fidelidad a las atrocidades de la batalla. Resultado de ese trabajo Goya estampó 80 grabados, que desde hoy se pueden ver en el Museo Bellas Artes Gravina, junto a La tauromaquia y Los disparates, en la exposición Goya, testigo de su tiempo. En ella, el Consorcio de Museos reúne por primera vez en la provincia tres de sus cuatro series completas de grabados.

«Las técnicas han cambiado pero las masacres son las mismas», asegura Marisa Oropesa, comisaria de la exposición junto a María Toral, para explicar la vigencia de Goya «que fue un adelantado a su tiempo». Un artista «transgresor», afirma, tanto como el montaje que ha realizado el equipo del Mubag, dirigido por Joserre Pérezgil, en el que se muestran los 138 grabados mientras se proyectan en el techo imágenes actuales que se corresponden con la temática de cada serie.

Siria, refugiados, guerras, violencia para ilustrar Los desastres de la guerra; plazas de toros, momentos de corridas para La tauromaquia, y anorexia, desahucios, alcohol, Bankia, como imagen de Los disparates. «Las series de Goya son casi como una película y estaría muy satisfecho de esta exposición porque es la denuncia que él hace de su época y la denuncia que hacemos ahora de nuestro tiempo».

Para la comisaria de la muestra, que se podrá ver hasta el 11 de junio, nadie ha sabido como Goya reflejar la crudeza de la guerra. «Fue como un reportero en su época, son imágenes muy crudas pero las mismas que vemos ahora cuando encendemos la televisión; lo capta de tal forma que no creo que haya un reportaje de guerra que sea tan profundo».

En esta serie, que Goya vendió años después de hacerla, destaca la importancia que da al hecho de que las mujeres participen en la batalla, «porque las valoraba mucho», y también porque «refleja por primera vez en la historia del arte a los vencedores y a los vencidos, muestra las dos caras de la guerra».

De 1814 a 1816 realizó la serie La tauromaquia con 40 grabados, numerados del 1 al 33 y luego de la A a la G, una representación «tan realista» que los puso a la venta «y no los consiguió vender». Y es que, afirma Marisa Oropesa, «son demasiado veraces y se ve la crueldad real de lo que es la fiesta del toro».La muestra finaliza con Los disparates, realizada entre 1815 y 1824, la serie más breve, integrada tan solo por 18 obras. «Es quizá la mejor en el aspecto técnico, porque Goya era un gran grabador, pero en este caso la técnica y la estética son los mejores».

Para el director del Consorcio de Museos, Jose Luis Pérez Pont, la exposición «está pensada para invitarnos a reflexionar sobre qué está pasando en la sociedad y cómo lo que Goya planteó entonces sigue presente en los telediarios».

El diputado de Cultura, César Augusto Asencio, destaca la excepcionalidad de que sea el único espacio «en el que se pueden contemplar casi todos sus grabados de forma conjunta».

Gracias -señala Marisa Oropesa- a la generosidad de varios coleccionistas particulares que prefieren permanecer en el anonimato. Se han visto ya en Estambul y París, aunque acompañadas de más obra, pero después de Alicante regresarán a manos de sus dueños.