La voz suave del cantante canario Pedro Guerra pondrá fin hoy al calendario de conciertos de la sala alicantina Ocho y Medio, que cerrará sus puertas temporalmente el próximo 31 de marzo para replantearse su futuro como sala cultural tras el fallecimiento de su alma mater, Héctor Ramírez, el pasado 17 de febrero.

El concierto de Pedro Guerra será una actuación íntima para 40 personas -para la que ya se han agotado las entradas- que a su vez servirá de homenaje al responsable y fundador de la sala. El padre de Héctor, Juan Antonio Ramírez, recordará a su hijo «y amigo», señala, cuya pérdida aún resulta difícil de encajar para toda su familia y para la «legión de amigos que tenía».

Precisamente, hace ahora ocho años y medio que Héctor abrió el local junto a su hermana Ariadna en las antiguas instalaciones de la escuela de cine Eutopía, detrás de la plaza del Panteón de Quijano. Desde entonces, la sala alicantina ha sido un hervidero cultural en el que se han realizado más de 3.000 actividades. Aunque inicialmente encontró en el cine su epicentro, de ahí su homenaje a Fellini, el local, que funcionaba como asociación cultural y luego se abrió a bar, ha dado cabida al teatro, la música, el arte o los libros.

Juan Antonio Ramírez indicó que el Ocho y Medio «siempre ha sido un sitio muy libre y muy generoso» y ahora cerrará durante un mes para reformar el lugar y cambiar de formato. «Los conciertos se han acabado, el local pasa ahora por una situación dramática y es complicado mantenerlo», señala Ramírez, quien añade que la intención es reabrirlo desde otro ángulo para el que barajan varias posibilidades, desde un espacio de coworking cultural a un ateneo de arte para niños y jóvenes o una cooperativa donde dar clases de diseño.