Le habían regalado una cámara e Iman Dris exclamó: «Vaya mierda». Nunca antes se había armado de una réflex que «no me echaba buenas fotos» en una práctica inicial que evidenciaba su falta de manejo y experiencia. Fue entonces cuando, tras la pérdida de su hija, Iman Dris pisa el fondo de la vida y, a modo de terapia, comienza un proceso de creatividad donde no ha dejado de indagar: tanto, que hasta la prestigiosa revista de tendencias de moda Vogue Voguese ha fijado en su trabajo.

«Aquella semana (tras la muerte de su niña) me dije 'voy a ver si puedo entretener mi cabeza para no volverme loca'. Era una situación difícil... y quise aprender con la cámara. Encontré un curso profesional de dos años y allí fue donde descubrí la fotografía. Era una dificultad que me motivaba a seguir creciendo, mi vía de escape», señala Dris, natural de Melilla y residente en Elche desde hace más de 10 años.

Estudió fotografía aplicada en la UMH para, poco después, especializarse en moda en Madrid, donde continuó con sus propios retos: «Quería romper prejuicios. Era algo desconocido e inaccesible ante lo que me parecía un resultado muy superficial», explica. De ahí que su estilo tenga por base «expresar un concepto, no solo mostrar ropa, y contar una historia siempre que se me permita», agrega.

Eso mismo es lo que experimenta y ahonda cuando Vogue le incluyó en su listado de «nuevos talentos» en su versión digital italiana con un porfolio que pasa por los filtros del equipo de la conocida publicación. Un escaparate con el que aspira además a ser representada por la distinguida agencia de Nueva York, Art+Commerce.

«Es una especie de reconocimiento de una parte de tu trabajo que les gusta. Es algo que suma», apunta Iman Dris quien confiesa que, al principio, no le seleccionaban ni una. «Ellos ( Vogue) buscan fotos que tengan un plus, algo más... nunca creí que me fueran a coger», agrega.

De este modo, Iman Dris busca «romper las reglas» cuando se encamina en la construcción de una imagen. «Para mí la fotografía ha sido un camino para descubrir cosas de mí que estaban ahí y han salido. Porque al final lo que me interesa de las fotos es explicarme, aunque está claro que en todos los encargos no puedes hacerlo», reflexiona.

Dris se inclina por el color al blanco y negro. Y reniega de quienes demonizan del Photoshop: «Es una herramienta que hay que saber usar. No se trata de usar mucho o poco. Yo a lo mejor puedo retocar mucho una foto si quiero transmitir algo en concreto, como una atmósfera, y no quiere decir que esté destrozando la imagen... Hay gente que critica el Photoshop y dice que hay que dejarla tal cual... pero luego me doy cuenta al ver su trabajo que no sabe utilizar el Photoshop», argumenta.

Otro de los puntos destacados de Iman Dris es el tratamiento de los espacios. Lo que se toma como un entretenimiento cuando sale a caminar por el campo de Elche, como cuando de niños jugábamos al escondite, y Dris averigua lugares que aporten significado al conjunto de la estampa, de la imagen.

«Me gusta integrar a la modelo en el contexto, en el paisaje. Porque creo que la vida, es mi forma de verlo, se analiza un poco el conjunto. Siempre tiendo a ello, y me gustan los planos abiertos, que cuenten un poco de uno, de mis modelos, o de la historia que quiero contar, respecto a qué somos nosotros y lo que nos rodea. Así lo reflejo en la fotografía que hago la mayoría de veces», detalla la artista ilicitana cuando la piel de la moreno, en la foto, se funde con el fondo de la tierra marrón y pedregosa.