Si Crematorio hizo cenizas la especulación y la corrupción, En la orilla supone un punto y seguido al momento de la caída de los dioses del dinero, un centro de inflexión en el que la burbuja inmobiliario explota y se convierte en el espejo en el que ver las vergüenzas de una sociedad regida por la avaricia. «Del mal olor que deja la especulación y una crisis que trasciende lo económico», decía Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, Valencia, 1949-2015).

Desde ese olor a podrido que lo ha impregnado casi todo, el escritor construyó este puzzle convertido en novela (Premio Nacional de Narrativa y de la Crítica, y Premio Francisco Umbral), que el viernes tomará el escenario del Teatro Principal de Alicante (20.30 horas), en lo que será su estreno nacional. Atrás quedarán tres años de trabajo desde que Adolfo Fernández y Ángel Solo se metieron en este pantano lleno de cieno y fantasmas, para realizar la adaptación de este texto complicado pero lleno de teatralidad.

«La obra parte del momento en que revienta la burbuja inmobiliaria y todos los que se habían creído superhéroes, los que recibían créditos con facilidad y se metían en negocios imposibles entran en crisis», afirma Alfredo Fernández también director y actor en esta propuesta teatral, coproducción de K Producciones, La Pavana/Diputación de Valencia, Emilia Yagüe Producciones y Centro Dramático Nacional.

«Es como dejar ver la basura de cada uno de nosotros y en lo que somos cuando el dinero y la codicia nos convierten en monstruos», destaca el actor que se declara un fanático de Chirbes, con el que coincidió poco después de comprar los derechos de la obra en un curso en Mallorca.

Al principio, dice Fernández, «nos tomaron por locos, nos decían que cómo íbamos a poner en escena una obra tan barroca, tan abigarrada, con tanta anarquía en la construcción, con tantos saltos de tiempo... pues cogiendo en espíritu de Chirbes, seleccionando algunos de los personajes y dándole un hilo argumental».

Pero no ha sido fácil. «Fue un proceso muy difícil porque él decía que escribía yéndose por las ramas y es verdad, es una obra a borbotones, como un vómito y nunca para a reflexionar si eso tenía coherencia, porque la coherencia la da el propio caos de historias paralelas».

Fernández describe ese proceso de condensación y teatralidad que hubo que darle al texto. «Teníamos que hacer un espectáculo de hora y media, y dotarlo de un hilo argumental para ponerlo sobre el escenario, y con un lenguaje directo».

Y asegura que lo han conseguido, que han creado «un poema costumbrista» reflejo de las miserias de la realidad y de lo que llega a convertirse el ser humano «cuando pierde el norte ideológico y ético, y se deja llevar por la basura de la codicia». «He visto personajes salvajes en una selva urbana, he visto personajes galdosianos y he visto teatro en cuanto el teatro es sinopsis de la realidad; Chirbes pone a los personajes en situaciones extremas, no hay preámbulos, no pierde el tiempo, describe a los personajes por sus acciones y eso es absolutamente teatral».

Siete semanas de ensayos han supuesto la culminación de este proyecto, que cuenta con un reparto integrado por Ángel Solo, Marcial Álvarez, César Sarachu, Rafael Calatayud, Yoima Valdés y la alicantina Sonia Almarcha, «mi musa, con la que llevo cinco montajes», afirma Adolfo Fernández.

Todo empieza con el hallazgo de un cadáver en el pantano de Olba, convertido en un personaje más. «Es un juego de hipocresías y de cinismo, y el pantano tiene un protagonismo enorme porque recogió en su día a los maquis perseguidos por los franquistas; después se convirtió en un almacén de desechos, de escombros de las grúas que han quedado inactivas, de los restos de los cazadores, por lo que mezcla la codicia del presente con la tristeza de los que mataron allí».

Chirbes aún vivía cuando empezó a gestarse el proyecto hace tres años. «Era un señor muy particular y nunca llego a leer la versión que hicimos, también porque no me atrevía a enseñárselo. Fue justo después de verse en televisión Crematorio. Él sabía que lo íbamos a hacer pero cuando le dije que tenía la adaptación hecha no mostró ningún interés, había escrito la obra y ya nos correspondía a nosotros seguir adelante».

Chirbes no estará para ver el estreno ni para opinar sobre el trabajo realizado. «Con Chirbes me moriría si lo tuviera al lado en el estreno... es que adoro su obra y tengo una responsabilidad enorme». ¿Le habría gustado? «No tengo respuesta para eso, no sé lo que le habría parecido, pero yo he puesto todo mi conocimiento y toda mi energía para hacer este montaje».