El contacto directo con los lectores es lo que más atrae a Luz Gabás de las Catas Literarias del restaurante Maestral de Alicante, donde hoy presenta su libro Como fuego en el hielo (21 horas). La autora de la exitosa Palmeras en la nieve podrá disfrutar además de una cena tematizada en torno a la época de su libro.

Su salto a las estanterías lo dio con Palmeras en la nieve, que se convirtió en la novela más vendida durante 50 semanas, traducida a varios idiomas y adaptada al cine. Después llegó Regreso a tu piel que junto a la primera se van a publicar en EE UU ¿No es mucha presión para una tercera novela?

Procuro que eso no me afecte. Cada libro es una historia y yo soy mi jueza más exigente. Si veo que un texto no es válido no sigo adelante. Me supone mas presión la promoción porque es más social y no lo controlo.

¿Esta novela cierra una trilogía?

Yo creo que cierro una trilogía emocional, que ha tenido como fondo las montañas, el territorio fronterizo con Francia. Cierro la trilogía del frío, que parte siempre del Pirineo. Me siento más libre ahora para enfrentarme a lo que quiera. Yo creo que la deuda con mi propio pasado y un pasado local que es universal la he cerrado.

Como fuego en el hielo se traslada a mediados del siglo XIX para contarnos una historia de amor, honor y superación ubicada en el Pirineo, su lugar natal. Hasta Albort está inspirada en Benasque, cerca de donde usted vive. ¿Quería homenajear ese entorno?

Sí, pero por una razón muy concreta. Yo quería escribir una novela que en esencia fuera un homenaje al romanticismo y no hay territorio más romántico que la montaña, como símbolo del contacto con lo divino frente a la civilización. Era el sitio ideal. Es una novela muy consciente de ser romántica, como época y como actitud del espíritu.

Habla de las revoluciones internas, del momento anterior al reinado de Isabel II, de los viajeros extranjeros en España y, una cosa curiosa, de los orígenes del turismo termal.

El tema de los balnearios me atrae porque pensamos en los que estaban a finales del XIX, en su momento de esplendor. Pero a mí me gustan los momentos de cambio y por eso elegí esa época, con un momento embrionario en el que esas casas de baños empiezan a ser planteadas como posibles fuentes de ingresos.

¿Novela histórica o con trasfondo histórico?

Cualquiera de los dos términos me gusta. Se emplea novela histórica cuando tenemos a grandes figuras que han pasado a la Historia, pero mi teoría es que la Historia la hemos construido entre todos y de hecho este interés entre lo general y lo local me permite definir esto no solo con grandes personajes ilustres.

Contener emociones, ocultar sentimientos, lucha entre lo que uno es y lo que quiere ser. ¿Refleja un poco nuestra situación en estos momentos?

Yo creo que sí. Muchos lectores me dicen que encuentran ese paralelismo, que yo intencionadamente he aplicado basándome en los datos de la época, comparándolo con los tiempos actuales. Eso a nivel político y social. Y a nivel emocional, muchas personas se sienten identificadas con esa constante tensión que sufren los personajes entre razón y pasión, entre el hielo con el que cubrimos el fuego que tenemos dentro.

Palmeras en la nieve fue llevada con gran éxito al cine, con dos Goya incluidos. No sé si está satisfecha del resultado, no cinematográfico, sino en lo referente a ver su novela en imágenes y a sus personajes con otra cara.

Yo ya parto de que mi interpretación de un libro va a ser siempre diferente a la tuya porque es una construcción mental. Lo importante para mí era que yo al ver la película percibiera la esencia de la novela y así fue. No sufrí nada. El que quiera ver la película que la vea y el que quiera leer el libro que lo lea.

¿Está abierta a que Como fuego en el hielo llegue también a la gran pantalla?

Por mí todas. Me gusta mucho leer y me gusta mucho el cine. Cuando leo una novela me la imagino como una película. Posibilidades hay en todas. Pero todavía no tengo noticia al respecto y pretender que te hagan películas de todas tus novelas es pedir demasiado.

Fue alcaldesa de Benasque, pero cambió la política por la literatura, dos mundos muy diferentes. ¿Se arrepiente?

Era imposible hacer las dos cosas. Cuando me presenté de nuevo a la alcaldía sabía que era difícil porque compaginar ambas cosas era muy complicado, incluso a nivel físico. Creo que fue una decisión sabia. Hay que ser coherente y para escribir hay que mantener cierta distancia y no estar excesivamente implicado con la política, porque la distancia permite observar la política desde otra perspectiva. Y la cultura está por encima de la política.