Los Pingüinos vuelven a anidar en Valladolid desde ayer y, tras dos años de parón, la concentración vuelve a congregar a miles de amantes de las dos ruedas y de ese compañerismo que se respira en el pinar próximo a la ciudad, allí se comparte todo, empezando por la adoración a las fogatas, la música y las motos. A Valladolid han vuelto moteros de diferentes partes de España y de Europa. Entre los pinos vallisoletanos vuelve a haber olor a leña y, sobre todo, ganas de divertirse. Ese es, por ejemplo, el verdadero reclamo para un grupo de alicantinos que han cambiado el traje de la oficina por el cuero, la mochila y los guantes polares. «Aquí nos los pasamos muy bien», dice Jaime para quien cambiar los veinte grados que el jueves había en Alicante por el frío castellano «merece mucho la pena». Jaime reconoce que por la noche, durante un concierto de bandas locales, «el frío hizo que la gente estuviera más juntita·, a la vez que admite: «Todo esto con calor no sería lo mismo, así está bien». También llegó desde Alicante Pedro Martínez, en una Moto Guzzi del año 1956, poco más que una bicicleta. El viaje ha transcurrido sin incidentes, la vieja Guzzi ha respondido y ni siquiera ha habido pinchazos pero, según asegura, le ha parado la Guardia Civil para ver si todo estaba bien.