Daniela y Mariona salieron un día a la calle con un cartel y un puñado de pulseras con el objetivo de venderlas para ayudar a su amiga Candela, enferma de leucemia. Sin saberlo, estaban iniciando una cadena solidaria que, tres años más tarde, ha logrado recaudar un millón de euros para la investigación del cáncer infantil. Todo empezó en el verano de 2013, cuando Carmen, una voluntaria del centro, enseñó a Candela, de 11 años, a hacer pulseras para hacerle más llevadero su ingreso en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.

Poco tiempo después, la niña fue a pasar un fin de semana en su casa, en Benicarló (Castellón), y allí enseñó a Daniela y Mariona, que entonces tenían ocho años, a tejer las pulseras que hacía ella en el hospital. Cuando Candela regresó al hospital, las dos amigas decidieron seguir tejiendo las pulseras, que bautizaron como «Candelas» en honor a su amiga, y venderlas para conseguir dinero.

La cifra recaudada por las niñas es especialmente relevante si se tiene en cuenta que el presupuesto de investigación del centro en relación a la oncología infantil asciende a dos millones de euros anuales.