La industria de la música en vivo anda de uñas en España, con la promotora LiveNation y la distribuidora Ticketmaster en el ojo del huracán. Ambas niegan haberse beneficiado de la reventa de entradas, tras una investigación abierta en Italia y la denuncia de Facua por los próximos shows de Bruno Mars.

Hay que remontarse al 21 de noviembre, 10 de la mañana. Arranca la venta para esos conciertos; el sistema recibe «unas 90.000 peticiones» y se forma una cola virtual; se despachan «400 tickets por minuto» y dos horas después no queda nada que vender en ese mercado oficial, que redirige al comprador a una web hermana, del llamado mercado secundario, con entradas al triple de su precio.

«Tenemos prohibido dar entradas al mercado secundario», asevera a Efe Roberto Grima, presidente de LiveNation España, unas palabras que suscribe Eugeni Casamiglia, CEO de Ticketmaster España: «Está prohibido institucionalmente», afirma.En un reportaje de la televisión italiana, sin embargo, se captó al responsable de LiveNation Italia, Roberto De Luca, reconociendo que su empresa sí desviaba tiques. A cambio, según el programa, se quedaban con el 90 por ciento de los recargos.

LiveNation y Ticketmaster forman parte de un conglomerado internacional al que también pertenece Seatwave, una plataforma de venta secundaria que facilita el intercambio de entradas autentificadas a cambio de una comisión.

El sistema, creado en teoría para ayudar a los fans, constituye terreno abonado para la especulación, de la profesional a la de compradores puntuales. «Huele bastante mal en la práctica y nos da a entender que hay un negocio paralelo», señala el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, que recela de los «colapsos y problemas» que «habitualmente» presenta Ticketmaster, de lo rápido que se alcanzan los «sold out» y de que aún más rápido aparezcan entradas en reventa.