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La andanada

Vamos a contar mentiras

Algo así deben de pensar los antitaurinos de esa Esquerra Republicana que no solo se limita a falsear datos históricos sobre sus propias convicciones catalanistas sino que, en esa hispanofobia que les hace mostrar un rictus de cabreo continuo allá donde van, han tomado a la fiesta taurina como arma arrojadiza contra esos malos malísimos españoles que les quieren escamotear el derecho de decidir no se sabe muy bien qué. Ellos, los de la «cuatribarrada», prefieren los «correbous de les terres de l'Ebre», ya saben, esa fiesta en la que los astados corren y persiguen a los mozos festejando todos a una la idiosincrasia tan maja «dels països», o la mucho más culta fiesta de los «castellers», esas columnas humanas en las que numerosos menores de edad, varios de ellos niños pequeños, se dedican a jugarse su integridad física para (oh, sorpresa) divertimento de los mayores. Es lo que tiene la cultura, que usa gafas con cristales de muy diferente graduación depende de hacia dónde se mire.

Pues resulta que desde las filas del partido separatista catalán ER, con la firma de Alfred Bosch, se han vertido en el congreso durante mucho tiempo una serie de datos sobre la supuesta subvención escandalosa gracias a la cual sobreviviría la tauromaquia en España. Nada más y nada menos que 571 millones dicen que se lleva la fiesta, de los cuales, cosa curiosa, solo documentan «de facto» un 0,16%, a pesar de suponer que todo ese dinero es público y, por tanto, accesible a sus cuentas. Así lo denuncia la Fundación del Toro de Lidia, que está cumpliendo con su tarea de desmontar los falsos mitos de los animalistas sobre el toreo, y que ha elaborado un dossier donde además recuerda, entre otras cosas, que la Unión Europea ya ha respondido en numerosas ocasiones a los eurodiputados de ese sesgo que desde las instituciones europeas no sale un solo euro de ayudas directas a la tauromaquia. La falacia del informe de Bosch llega a afirmar, sin base documental alguna, que el 33% de los gastos de cada espectáculo es subvencionado, inflando, para mayor oprobio, los supuestos presupuestos del montaje de cada festejo. Alfred Bosch miente deliberada y conscientemente, igual que lo hizo Joan Tardá el pasado 15 de septiembre realizando aseveraciones absurdas sobre presuntas manipulaciones al toro bravo antes de salir al ruedo que, de no ser por el sujeto que las respaldaba, habrían soliviantado a cualquier persona con dos dedos de frente, taurino o no. Pero ya saben que en política vale todo. El fin (la independencia) justifica los medios (hundir todo símbolo que ellos consideren español), y da igual que por el camino se pierda la más mínima ética, respeto, legitimidad o moral. Claro que, para perderla, primero habría que tenerla.

Lo más importante, sin embargo, del informe de la FTL no reside en el hecho de desmontar las mentiras firmadas por Alfred Bosch sobre la (falsa) subvención de la fiesta. La Fundación va más allá, y nos recuerda dos hechos incuestionables. Para empezar, no solo apenas recibe inversión directa por parte de los presupuestos públicos, sino que los beneficios económicos de los festejos revierten en beneficio de la sociedad, aportando, como en el caso de la Comunidad de Madrid, más de dos millones de euros al erario público, amén de impuestos como el IVA. Y para acabar, el informe recuerda una afirmación parecida a la que estos días se ha dejado oír de boca del empresario José María Garzón: «Los toros en Cáceres tienen que tener subvención igual que la tiene el ajedrez, al que van 100 personas». Sin falsas moralinas ni complejos. Los impuestos los pagamos todos, y en todos deben repercutir. El desprecio a que están siendo sometidos los aficionados al mundo del toro a buen seguro no tiene parangón en toda la historia de nuestro país. Ninguna actividad cultural ha sufrido el vituperio por parte de unos y el olvido consciente por parte de otros. Empieza a ser hora ya de escuchar y respetar al pueblo. Incluso aunque, a pesar de seguir siendo el segundo espectáculo en asistencia de público en este país, se les considere una minoría.

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