«Emocionadísima y con el corazón dando tumbos» recibió ayer María Isabel Quiñones, alias Martirio, el Premio Nacional de Músicas Actuales 2016, un galardón que la artista dedicó a «toda la gente de siempre y a la gente joven que tiene ganas de luchar». «Que me den este premio después de 35 años en la música me parece que significa que no me he anclado, que nunca me he sentado a verlas venir, que sigo estando y buscando», afirmó la artista onubense tras conocer el fallo del jurado.

De este se queda con el reconocimiento a «su coraje y a la libertad», pues han sido las «banderas» de una carrera desarrollada «sin un gran marketing ni una gran empresa detrás», provista solo de «una pasión y fe en un lenguaje y en una postura ética de vida y de arte propios».

«Es un acicate para todos los que han creído en mí», añadió Martirio, que recientemente celebraba sus 30 años de carrera bajo ese alias, años en los que ha desarrollado «un trabajo feliz», pero en los que a veces tuvo que recurrir a «otras cosas» como concursos, teatro o conferencias «para tirar para adelante» y seguir haciendo lo que su intuición le indicaba.

Según Martirio, los 30.000 euros del premio le va a permitir impulsar sus próximos proyectos, entre ellos, una exposición antológica que incluirá, entre otras muchas cosas, trajes, guantes y sus icónicas peinetas, y de la que acaba de culminar el dosier.

«Además, este premio me da tranquilidad para sentarme a escribir un nuevo álbum sin el apremio de tener que trabajar para comer al día siguiente», señaló la artista, que en 2015 lanzó al mercado es que es hasta hoy su último disco, Martirio. 30 años.

La artista se calzó una peineta para constatar su gusto por otros géneros folclóricos tan diversos como la zarzuela, el flamenco y el bolero, pero también unas gafas de sol, como amante del pop y del rock, por el underground en definitiva. Con ayuda de Kiko Veneno, galardonado con este mismo premio en 2012, Martirio ideó esa singular propuesta estética y musical tras su paso en los años 70 por el grupo folk Jarcha y, ya en los 80, por la banda Veneno, en la que conoció a los hermanos Raimundo y Rafael Amador y el encuentro del blues y la bulería.