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Inmoderatus

En la sala B de la Lonja podemos ver, bajo el título de Immoderatus, la exposición conjunta de cuatro artistas, cuyas diferentes trayectorias se desarrollan esencialmente desde lo conceptual. Cuatro artistas que buscan reflexionar sobre la idea del no límite, la no medida, a través de imágenes, formas, objetos: trasladar las ideas en su desarrollo objetual a un debate participativo. El arte conceptual parte de elementos construidos social e históricamente, símbolos, con determinadas sugerencias que el artista interpela, asume, cuestiona, ubicándolos en diferentes contextos. Se busca su trascendencia en el diálogo social, artístico, sin demandar de ellos que sean exclusivamente plásticos sino que predomine un mensaje conceptual. En la muestra, las artistas convocadas convergen en roles parecidos en su lectura del individuo, de la naturaleza, en cuanto imagen de infinitud, de repetición, ida y vuelta; la naturaleza como núcleo generatriz, su crecimiento sin control aparente; elementos que nos remiten al orden: archivadores, secuencias repetidas, individuos formando parte de un todo ordenado?, una cuadrícula, una línea, uniformados. En estas aportaciones se juega con la concepción del volumen con referencias a elementos cotidianos, de la industria cultural, el dibujo sintético, diseño gráfico, una cierta visión, muy contenida, del Pop. Dinámica de experimentación que impone una ruptura consciente con el lenguaje de la tradición. Pero el arte conceptual, Kosuth, Warhol, Christo, Beuys?, recurre a la referencia y a la historia del arte. Construir una reflexión artística a partir del concepto requiere de la comprensión de la complejidad del hecho artístico, en la que confluyen muchos sistemas de pensamiento, además de emociones y sentimientos. Kosuth, con su silla, modifica la visión del arte, de la didáctica del arte, pone la silla real, su definición y su foto, todo un despliegue conceptual y plástico, estético, que nos remonta a los referentes básicos de la historia del arte.

En esta exposición, Inmoderatus, se recurre a una disposición minimalista, para armonizar ese trabajo de provocada confluencia. Espacio en el que nada se molesta, todo está en su lugar, con esa idea de lo exquisito, de lo limpio. Esa es su característica, construir un espacio neutro, en el que debemos entrar con cuidado de no pisar nada, de mirar esas formas y mensajes que, en su aparente sencillez, el espectador debería entender, pero no es así, a pesar de la explicación del texto curatorial en la pared. El público no se siente interpelado, pero sí puede tener un cierto placer estético en la disposición de las obras en la sala. Aunque no creo que este sea el objetivo.

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