«El llanto es un perro inmenso», dice el poema de Lorca que Carlos Olalla, un actor de 59 años curtido «en cien series», recita ahora en los vagones del metro de Madrid acompañado de su madre, de 83, «no solo para poder comer» sino para denunciar la precariedad en su profesión y «mantener la dignidad». Su madre, la poeta y actriz Cristina Maristany, recibe una pensión de 600 euros y él una ayuda asistencial de 400, que le dan tres meses dos veces al año, «y eso es todo», relata el actor lo que les ha llevado a recitar en el metro. «La gente se vuelca y hay quien te da hasta 20 euros. No se nos caen los anillos por hacer esto. Las cosas se han de hacer por dignidad y así nos presentamos a los pasajeros, diciéndoles quiénes somos y por qué estamos allí y que, si quieren, pueden echarnos una mano». EFE MADRID