Matilde Serao (1856-1927) fue una pluma mayor del periodismo italiano en el tránsito del XIX al XX. Detallista, arriesgada, indomable, Serao fundó Il Mattino, una de las puntas de lanza que plantaron cara al régimen de Mussolini. Muchos años antes, Serao había escrito esta denuncia de la miseria napolitana en dos vueltas. El volumen se inicia a raíz de la epidemia de cólera de 1884 y vuelve a recorrer esos mismos escenarios veinte años después. Calles insalubres, viviendas como huras donde la humedad sólo rivaliza con la oscuridad, zonas prohibidas donde sólo los temerarios y los despistados ponen el pie. Ese es El vientre de Nápoles que Serao pinta con agilidad, prosa precisa y ojo de escalpelo. Un vientre bullidor de gentes que por un céntimo pueden comer un trozo de pizza, un cucurucho de morralla, unas empanadillas de alcachofa o algunas castañas hervidas. Gente cuya pasión es la lotería, que malvive a merced de usureros y que Serao ha inmortalizado para que el lector vibre y se sorprenda con su retrato.