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Con otra cara

Clases de cambiar pañales

Cobrar 350 euros por un día de clase para enseñar a los hombres a ser buenos padres y esposos. Yo veo el negocio si no fuera porque no sé de dónde sacar los clientes. En Japón, sí. Pero es que allí les preocupa mucho la reducción de población porque calculan que, si no adoptan medidas, en 40 años habrá un tercio menos de japoneses, a lo que no ayuda que la mitad de sus jóvenes de entre 18 y 34 años sea virgen porque, por lo visto, hay muchos a los que no les interesa el sexo. Ante esta situación, y para incrementar la natalidad, el gobierno nipón ha iniciado una campaña llamada «Ikumen Project» destinada a incentivar la paternidad. En este marco es donde han surgido proyectos como el «Ikumen Universidad» con cursos para enseñar a hombres solteros a bañar a los bebés, darles el biberón o cambiarles el pañal practicando con muñecos, al tiempo que les enseñan cómo mejorar sus relaciones con las mujeres analizando las cosas que no nos gustan y facilitándoles así que encuentren pareja. Deben estar muy necesitados para soltar 350 euros por persona por aprender a cambiar un pañal. Necesitados y despistados porque, si una mujer no se interesa por ti, no sé yo si el certificado este de Ikumen puede hacerla cambiar de opinión, pero ¿qué sabré yo de lo que piensan las japonesas?

Aquí no creo que el negocio prospere, más que nada porque el que más y el que menos tiene una madre o una tía o un padre, con un poco de suerte, a los que recurrir para aprender a bañar a un muñeco sin necesidad de dejarse el sueldo de una semana. Además, aquí no les hace falta demostrar nada. Las españolas debemos ser más bobas que las japonesas porque, a la hora de emparejarnos, en muchos casos no parece que tengamos en cuenta ni las habilidades ni la voluntad del otro para hacer su parte en las tareas familiares y, desde luego y por desgracia, tampoco parece que nos fijemos lo suficiente en cómo nos tratan ni en las cosas que nos disgustan.

Hay algo, sin embargo, en lo que sí somos iguales, y es en la consideración de que los hombres no están hechos para cuidar de los hijos. De hecho, la iniciativa japonesa de devolver a los jóvenes a la escuela para aprender a ser padres va dirigida exclusivamente a los varones ya que, como es universalmente conocido, las mujeres sabemos por ciencia infusa cómo coger a los bebés o cambiarles un pañal, y no necesitamos ni cursillos ni gaitas que demuestren al futuro papá nuestra capacidad para ser buenas madres. Se supone que esto nos viene de serie como los ovarios en cualquier punto del planeta.

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